Conocimiento compartido

Los cursos residenciales de monitores y monitoras: laboratorios de ideas del ocio

Ya estamos de vacaciones y con el final del periodo académico llegan, de nuevo, los cursos residenciales de verano de monitores, monitoras, directores y directoras de ocio: unos espacios de convivencia y formación vivencial intensiva, habitualmente en una casa de colonias, que permiten que alumnos y profesores compartan experiencias y reflexiones alrededor del ocio, combinando las clases magistrales con las sesiones prácticas y el trabajo en pequeños grupos.

Cada año, cientos de monitores y monitoras complementan su formación en estas sesiones presenciales y vivenciales, y ni siquiera la pandemia las ha parado. De hecho, este verano celebraremos ya la cuarta edición de los cursos desde que comenzó la pandemia y, tanto el profesorado como el alumnado, velan cada edición por el cumplimiento estricto de las medidas de prevención sanitaria, para continuar aprendiendo de forma vivencial ante el nuevo escenario al que se enfrenta la comunidad de ocio.

Las ventajas derivadas de una formación presencial en un curso residencial de verano son de sobra conocidas, pero por qué estos cursos residenciales son tan importantes y beneficiosos para los monitores y monitoras? Lo son, principalmente, porque les ofrecen la oportunidad de crecer.

Lo explicamos un poco más. En su rutina habitual de esparcimiento, los monitores y las monitoras trabajan con su equipo y con sus niños, mejoran su realidad, interactúan con ella y colaboran codo a codo con las familias por el bien de sus hijos e hijas . Los cursos residenciales suponen un paso más: son espacios donde se genera un ambiente enriquecedor, con características y situaciones únicas, en el que todo el alumnado puede aprender a ser más independiente y seguro de sí mismo / misma en realizar unos aprendizajes que los beneficiarán ellos / ellas ya su propio esparcimiento o agrupamiento.

Podríamos definirlo como un laboratorio de ideas. Dice la frase hecha que “dos piensan más que uno”, y la formación presencial permite a los monitores y monitoras compartir un espacio de desarrollo creativo en el que los mejores resultados surgen de la colaboración y el trabajo conjunto. La resolución de problemas, dudas y por supuesto la creación de proyectos serán mucho más enriquecedoras que cuando uno mismo se debe enfrentar solo. En los residenciales apostamos al cien por cien por el trabajo en equipo!

En estos cursos trabajamos para que los y las participantes sean seres sociales y obtengan un enriquecimiento personal. Sin duda, una de las fortalezas más preciadas, ya que somos animales sociales. Más allá del propio contenido del curso hay ciertas materias que nunca deberíamos obviar, ya que de su desarrollo depende en gran medida nuestro éxito como profesionales: el contacto personal con los profesores y con el resto de monitores y monitoras nos enriquece como profesionales del ocio y nos ayuda a desarrollar las habilidades personales. Aprender es ser social. Aprendemos a la vez que nos socializamos y hacemos nuevas amistades con otras personas que provienen de otras realidades y otros territorios de nuestro país.

Pero detallamos un poco más cuáles son las principales ventajas de estos cursos residenciales:

• Proximidad. Uno de los beneficios más agradecidos por todas las participantes es que el grado de proximidad con el personal docente es mucho mayor y facilita el correcto aprendizaje. Como también permite desarrollar nuevas habilidades, unos aprendizajes contrastados o también contenidos nuevos aplicables a la vida y a la entidad de cada uno.
• Compromiso. Por otra parte, hacer un curso presencial nos exige un grado importante de compromiso. Con la convivencia diaria en una casa de colonias no nos tendremos que desplazar a ninguna parte, pero el respeto y la puntualidad serán vitales para convivir. Este estilo de vida nos hará aprender un talante y un ritmo cotidianos muy diverso y rico que podremos aplicar a nuestros respectivos centros recreativos.
• Motivación. La formación beneficiará a uno mismo, a los demás y al propio centro de esparcimiento, Y por eso tenemos una responsabilidad importante en que todo salga como es debido. Indudablemente, la motivación del profesorado del curso es importante, pero la parte fundamental recae en los participantes: su motivación hará que se cree una burbuja mágica que debemos velar por no reventar. Es decir, los participantes adquieren un compromiso al que quizás no estamos muy acostumbrados: el protagonismo del curso residencial es básicamente del alumnado. Por todos estos motivos las propias características de la formación presencial (como por ejemplo, la existencia de unos horarios fijos), nos “obligarán” a gestionar mejor nuestro tiempo y el hecho de compartir este compromiso con más personas hará crecer nuestra motivación con la formación y con el proyecto.
• Y finalmente desconexión. No nos referimos a la desconexión digital, sino a entender el tiempo que invertimos en formarnos a través de un curso vivencial como un momento para el enriquecimiento personal. Hay que abandonar la idea de formarnos por obligación. Debemos hacerlo por puro placer y esto es una constante que nosotros, los monitores y monitoras, nos ha de acompañar a lo largo de toda nuestra etapa en el ocio: nuestro perfil exige una formación permanente, es necesario que buscamos cursos en la temática que más nos motive, aquella en la que siempre hemos querido profundizar, formaciones que nos permitan compartir, convivir y invertir tiempo. De esta manera convertiremos este aprendizaje en el mejor momento del día.

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