¡Viva las ensaladas! Aprendemos comiendo y comemos aprendiendo
Poca gente puede creer que pequeños de 2 a 6 años celebren la variedad de ingredientes en las ensaladas que se les ofrecen en nuestras escuelas, ingredientes que a algunos adultos ya nos cuesta hacernos a sus sabores y texturas. Hay técnicas y trucos para conseguir el éxito.
La Escuela Infantil Municipal Duende es una de las cuatro que pertenecen a la fundación pública local Granada Educa. Está ubicada junto al histórico barrio del Realejo, más concretamente en el Barranco del Abogado. En nuestras escuelas de 0 a 6 años existe una cocina atendida por dos profesionales que diariamente elaboran tanto los menús que al mediodía tomarán la gran mayoría de los niños y niñas como los de todo el personal que trabaja en el centro.
El personal de cocina, como el resto de profesionales, contamos con tiempo dentro de la jornada laboral para la formación continua, y participamos en seminarios sobre alimentación infantil anuales junto a especialistas en dietética y nutrición, en un permanente proceso de reciclaje. Fruto de este trabajo de formación se han realizado varias publicaciones, como Aprendiendo a comer (2009) y Aprendiendo a comer mejor (2011). Pero el proceso no cesa y este curso ha supuesto la gran revolución de las ensaladas: las hemos ensalzado, les hemos dado el protagonismo que merecen en nuestras comidas y hemos fomentado su consumo, como también el de productos locales de temporada.
Otra actividad singular son los «talleres con familias», en los que se viven experiencias y momentos entrañables cuando éstas interactúan con sus hijos y profesionales, en este caso con los cocineros, y donde, aparte de disfrutar preparando ricas recetas, se fomenta y materializa la participación e implicación de las familias dentro del proyecto de escuelas abiertas que defendemos, del cual forman parte imprescindible.
La vida cotidiana de la escuela desde la cocina
Con frecuencia aparece algún padre o madre por la cocina para preguntar cómo lo hacemos para conseguir que su hijo se coma tal alimento que en casa no hay manera… Es la «magia» del duende, le decimos.
Aunque no les mentimos en cuanto a que «la magia existe», en este caso se trata simple y llanamente de unir el trabajo cotidiano de la cocina con un planteamiento pedagógico intencional pensado en el equipo.
Cuando niños y niñas llegan a la escuela, a primera hora, lo primero que hacen la mayoría es pasar a ver nuestro tablón informativo, situado a la entrada de la cocina, donde aparecen los menús mensuales, con el menú del día destacado y las fotos de los platos que van a comer hoy. Los más peques van señalando con el dedo y contándoles a sus padres y madres: «Hoy hay esto, esto y esto…».
Los más mayores de 5 años hacen la comanda a media mañana, para informar al resto de la escuela del menú del día y anotar tanto el número de comensales en cada grupo como las incidencias, dietas, intolerancias, etcétera, y pregonan:
- ¡Hoy ensalada nazarí! (Repollo, uvas pasas, almendras tostadas, ajo frito y vinagre de manzana).
- ¡Hoy toca ensalada mediterránea! (Tomate, queso fresco, aceitunas negras y albahaca fresca).
- ¡Hoy ensalada Sierra Nevada! (Lechuga ecológica, germinados de alfalfa, hinojo y aceitunas verdes).
- ¡Hoy toca ensalada de temporada! (Otoño, invierno, primavera o verano, con escarola, granada, col kale, germinados, piñones, canónigos, fresas, aguacate, mango, hinojos, según la estación).
- ¡Hay ensalada arco iris! (Pepino, zanahoria, remolacha y maíz).
Poca gente puede creer que pequeños de 2 a 6 años celebren la variedad de ingredientes en las ensaladas que se les ofrecen en nuestras escuelas, ingredientes que a algunos adultos ya nos cuesta hacernos a sus sabores y texturas.
Hay técnicas y trucos para conseguir el éxito. Para empezar, el comer en su espacio habitual con su grupo de compañeros, acompañados por su maestra de referencia, en un ambiente de participación, de compartir de forma relajada, colaborando en poner el mantel, los cubiertos, sirviendo el agua o repartiendo el pan. Todo ayuda. El acto de la comida se planifica como un momento más de la vida cotidiana de la escuela, con la misma importancia que una asamblea o un taller.
Pero si hay algo que ha quedado patente y su eficacia demostrada en el transcurso de los años, y que ratificó un estudio realizado por la Universidad de Granada en nuestras escuelas, es el poder elegir tanto los ingredientes como la cantidad que cada uno se sirve en su plato, cosa que favorece un mayor consumo de verduras y frutas.
Al principio solo se sirven de lo que les gusta –lógicamente–, pero, conforme pasa el curso, y con la ayuda inestimable de las invitaciones o negociaciones de sus compañeros y maestros, al final van probando el resto de ingredientes y, aunque parezca mentira, llegan a aficionarse a alimentos que antes evitaban o directamente rechazaban. Pero no solo aprenden a comer: también aprenden a compartir, a vivir en comunidad, sobre su propia experiencia aprenden a repartir equitativamente para que haya para todos de lo que más les gusta.
Esto mismo pasa a la hora de comer fruta entera, descartándola en purés. Siempre tendremos una preferida, pero si ofrecemos una variedad y dejamos elegir, al final prueban otras que en un principio no les llamaban la atención.
Moraleja: deja elegir a los niños y las niñas y ofréceles variedad y colorido. Que ellos piensan por sí mismos, tienen sus gustos propios y saben elegir. La mayoría de las veces, mejor que los adultos. Por eso eligen ser niños. Para aprender comiendo y comer aprendiendo. ¡Vivan las ensaladas!
Cocinero EIM Duende de la fundación pública local Granada Educa