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Valores. Educar para la justicia global

Valores. Educar para la justicia globalEn un momento de crisis globales interconectadas, las desigualdades entre la población aumentan y esto tiene consecuencias devastadoras sobre los colectivos con menos recursos. ¿Cómo hacemos para que los niños y niñas tomen partido en todo esto?

En este contexto complejo donde la pobreza, las violencias y las desigualdades se acentúan cada vez más (a escala local y global) la escuela tiene un papel capital como espacio donde se promueven aprendizajes que permiten a los niños y a las niñas entender mejor el mundo y los enseña a vivir desde una asunción de corresponsabilidad y compromiso esenciales. Trabajar en estos espacios de reflexión sobre la situación que vivimos significa entender mejor cómo somos y qué relación tenemos con el entorno.

Ahora bien, no todas las escuelas sienten el mismo grado de empoderamiento hacia su compromiso social. Sin embargo, en esta asimetría hay una urgencia común: el profesorado necesita recursos para aproximarse a las complejidades de este mundo diverso y trasladarlas a los niños y niñas, y la sociedad necesita que los maestros y las maestras pierdan el miedo de reconocerlo como agentes de cambio social para enseñar a los niños y niñas a vivir respetuosamente con las personas y en un entorno de recursos limitados. ¿Por qué, como dice Digna Couso, «como docentes, como preparamos para el futuro si huimos del presente?».

La educación para la justicia global es un buen marco para acompañar al profesorado y a los niños y niñas y los y las jóvenes para que se conviertan en personas más inquietas, más informadas, más solidarias y más movilizadas contra las desigualdades y las violencias. Este enfoque educativo, que encuadra el ámbito de trabajo tradicionalmente asociado a las ONG, ha ido evolucionando a lo largo de las últimas décadas según la manera de concebir nuestra labor como entidades.

Valores. Educar para la justicia globalSiguiendo Laura Rubio y Laura Lucchetti, entendemos la educación para la justicia global como un proceso de conocimiento y de análisis crítico de la realidad que vincula la acción local y su dimensión global. La finalidad es promover una conciencia crítica para con las causas que generan desigualdades y conflictos. También contribuye al cambio de actitudes y prácticas que deben hacer posible una ciudadanía responsable, respetuosa y comprometida con la transformación social.

En este escenario, las alianzas entre escuelas y ONG son indispensables para desarrollar un modelo de educación para el cambio social. Pero, ¿de qué manera encaja todo esto en el currículum? Creemos que idealmente debería impregnar las prácticas de cada maestro y de cada maestra con vocación de cambiar el mundo. Pero, conscientes del vértigo que podría provocar abrir tal ventana sin un espacio curricular definido, proponemos vincularlo a los espacios destinados a las competencias de educación en valores, en tanto que es allí donde se deberían hacer explícitas las capacidades que nos permiten vivir plenamente y contribuir al bienestar, tanto de las personas cercanas como de las más lejanas.

Adquirir valores a través de las artes

Teniendo en cuenta que la adquisición de los valores se consigue mediante la observación, la experiencia y la reflexión, necesitamos actividades que hagan posible la vivencia. Hay experiencias consolidadas en primaria y secundaria para abordar algunos hitos de la justicia global a través de las artes que nos permiten desarrollar habilidades para observar lo que nos rodea y al mismo tiempo comprender diferentes realidades ajenas. Desde una perspectiva psicopedagógica, el arte estimula el desarrollo del pensamiento, fomenta la utilización de estrategias intelectuales (como el análisis, la comprensión, el pensamiento crítico, la interpretación o la resolución de problemas); mejora la capacidad de expresión, y proporciona un ambiente que favorece la recuperación física, mental y emocional de las personas. Por otro lado, el arte también refuerza la identidad, ya que desde la experiencia artística las personas encontramos la manera de representarnos a nosotros mismos, el mundo y el lugar que ocupamos, y nos ayuda a descubrir los rasgos que nos distinguen o hermanan con otras personas o grupos.


La adquisición de valores se consigue mediante la observación, la experiencia y la reflexión. Por eso necesitamos actividades que hagan posible la vivencia.

Con el trabajo artístico, los niños y las niñas y los y las jóvenes desarrollan habilidades (como la constancia, la curiosidad, la creatividad, la autoestima, la escucha, la delicadeza, la paciencia y la confianza) que les permiten afrontar la vida, las relaciones y los conflictos con una actitud activa, crítica y respetuosa. Es evidente, por tanto, la capacidad educativa y transformadora (ya la vez terapéutica) que puede tener el arte.

Creart y la Asociación de Maestros Rosa Sensat trabajamos desde el 2018 en el programa Camins i Cruïlles, que cuenta con el apoyo de la Dirección de Justicia Global y Cooperación Internacional del Ayuntamiento de Barcelona. De manera conjunta con las escuelas Cervantes y Parque de la Ciutadella de Barcelona hemos seguido profundizando en la educación para la justicia global mediante los valores y las emociones, y a través de la experiencia artística. Han sido dos cursos enteros de trabajo con los claustros y el alumnado de ciclo medio en los que hemos avanzado hacia la recuperación de los valores humanísticos, comunitarios y colectivos (como la solidaridad, la empatía, el respeto o la cooperación) conscientes de nuestro deber en la construcción de sociedades humanamente más sostenibles desde la escuela y de esta hacia fuera.


Carol Pujadas
Directora de la Asociación Creart

Rosa Sensat



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