¿Por qué es urgente un cambio profundo en educación?
La escuela debe ser un lugar privilegiado de aprendizaje y de crecimiento personal. Un lugar donde aprendemos juntos, porque no puede ser de otra manera, porque siempre aprendemos con la interacción con los demás.
“No quiero empollar. Lo que yo quiero es aprender”. Esto lo decía un chico de tercero de ESO a principios de este curso. Qué sabios que son, me decía su madre. Y es que, sin tener en cuenta las excepciones, que las hay, la escuela de ahora responde a unos patrones más tradicionales y desfasados de lo que pensamos que hay que cambiar de manera urgente.
Llegado el momento no se trata sólo de hacer cambios puntuales y de maquillaje, sino que se trata de ir al fondo y de hacer cambios en profundidad y trabajar con el objetivo de que todas las escuelas públicas del país, sean escuelas de calidad que acojan todos los niños y jóvenes para que encuentren lo que necesitan para formarse y crecer como personas.
Para llegar a este objetivo necesitamos que toda la sociedad, tanto la clase política como todo lo demás, crea que la educación es un bien común que hay que preservar. Por un lado, se necesitan todos los recursos necesarios para hacer verdaderamente una escuela que sea un lugar privilegiado de aprendizaje y de crecimiento personal, pero por el otro también hay que plantear y definir para qué educamos y cómo debe ser la escuela que responda a este objetivo. Y por último la responsabilidad de los profesionales para hacer verdadero este cambio.
La escuela debe ser un lugar privilegiado de aprendizaje y de crecimiento personal
La escuela debe ser un lugar privilegiado de aprendizaje y de crecimiento personal. Un lugar donde aprendemos juntos, porque no puede ser de otra manera, porque siempre aprendemos con la interacción con los demás. Y donde aprendemos todos: niños y niñas, jóvenes y maestros, porque los maestros también aprendemos enseñando… Un lugar donde aprender a vivir con los demás y a poner en juego todos los valores que nos hacen vivir en comunidad, porque la función socializadora de la escuela es importantísima. Un lugar donde no sólo se prepare para la vida, sino que sea la vida misma y que por lo tanto todo lo que se haga tenga sentido e interés en el presente.
No educamos sólo para el mañana, porque el futuro nadie sabe cómo será, y el objetivo es hacer personas responsables, con criterio y satisfechas, que sepan vivir en comunidad y comprometidas con el mundo. Un lugar donde todos los niños y niñas, sean como sean y vengan de donde vengan tengan su lugar y encuentren su espacio para desarrollar el proyecto personal de cada uno.
En este modelo tradicional, que aún está bastante presente en nuestro país, todos los chicos y chicas hacen la misma actividad a la vez y es el profesor el que expone el tema y el que marca la pauta de la actividad. La disposición del mobiliario también reafirma este modelo: unas filas de pupitres mirando todos a una pizarra y la mesa del profesor mirando a los alumnos. Para superar este modelo tradicional en el que se produce muy poco aprendizaje, no se pueden hacer sólo cambios puntuales. No se trata de poner más o menos exámenes o más o menos deberes, porque los cambios en profundidad afectan a toda la estructura del sistema educativo. El cambio de una pieza afecta todo lo demás.
No educamos sólo para el mañana, porque el futuro nadie sabe cómo será
Más que cambios hablamos de transformaciones a muchos niveles, que se relacionan. La transformación del currículo y de la evaluación (qué se aprende y cómo se mide el aprendizaje); la de los roles del alumnado y el profesorado (qué se espera que haga cada uno y qué hace en cada momento); la de la organización (cómo son las relaciones entre las personas de la comunidad escolar), y la de la arquitectura (cómo se diseñan los espacios en función de la actividad que se hace).
Si queremos introducir cambios en un centro educativo para transformarlo, todos deben tomar responsabilidades, no sólo el claustro de maestros, sino toda la comunidad. El trabajo debe ser conjunto: del profesorado, del alumnado, de las familias, del personal no docente, los agentes externos… Este trabajo conjunto (en equipo) debe fomentar la participación de todo el mundo dentro de su nivel… Pero, además, como no estamos solos, y la escuela no es un sistema aislado en medio de la nada, es imprescindible el trabajo en red con otras escuelas y organizaciones que están cercanas, en primera instancia, y las que no están tan cercanas. Es imprescindible abrirnos al mundo que tenemos al lado y al de más lejos.
Los cambios no se deben hacer porque sí, porque esté de moda, o porque quede bien
Hacer cambios no es fácil. Debemos ser conscientes de que correremos riesgos, que nos equivocaremos, pero esto no puede ser un freno, y que también aprenderemos del error, como siempre se aprende, con una alta dosis de valentía, pero también de responsabilidad.
Los cambios no se deben hacer porque sí, porque esté de moda, o porque quede bien. Si ahora lo que se lleva es trabajar por proyectos, o hacer “ambientes”, debemos saber muy bien qué quiere decir y por qué lo hacemos. Necesitamos, por un lado, fundamentos teóricos que nos apoyen a la acción, y por otro, se trata de un proceso de reflexión conjunta, de debate de ideas, de pensar en profundidad y de actuar en profundidad, con un plan de acción coherente que se adapte a nuestras necesidades y a nuestras posibilidades.
No se trata de copiar lo que hace la escuela de al lado o la de más allá, sino encontrar el sistema que se adapte a la forma de ser de cada escuela, a la de los niños y niñas. En definitiva, pensar en profundidad y actuar en profundidad para que la escuela se convierta en este lugar privilegiado de aprendizaje y conocimiento que todos necesitamos urgentemente.
Francina Martí Cartes @francinamarti
Profesora de lengua y literatura
Presidenta de la Associació de Mestres Rosa Sensat
