Mujeres científicas que hay que conocer
La historia está llena de mujeres que han sido clave en el avance de la ciencia y en la configuración del mundo tal como lo conocemos. Aunque su reconocimiento ha estado a la sombra durante años y muchas aún sean anónimas, os destacamos el trabajo de diez mujeres científicas que han conseguido cambiar la ciencia. ¡El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el 11 de febrero, es un buen motivo para conocerlas y estudiarlas!
Mary Anning (Reino Unido, 1799-1847)
Fue una destacada estudiosa de la paleontología. Comenzó a recoger fósiles del período Jurásico en Lyme Regis, donde vivía, para venderlos como reclamo turístico y ayudar a mantener la familia. Su fama proviene de haber encontrado el primer esqueleto completo de ictiosaurio, hallazgo que complementó con otros dos esqueletos de dinosaurios excepcionales. Sin embargo, sufrió la desigualdad de género de la época: la Sociedad Geológica de Londres nunca la admitió entre sus miembros y vivió el desprecio de muchos paleontólogos hombres, que durante años se apropiaron de sus descubrimientos y estudios.
Ada Lovelace (Reino Unido, 1815-1852)
Es la primera programadora en la historia de los ordenadores. Matemática y física, colaboró con Charles Babbage en el diseño de una máquina analítica capaz de resolver ecuaciones diferenciales. En sus notas de trabajo incluyó el que ahora se considera el primer algoritmo que se intentó llevar a cabo en una máquina. Hija de una matemática y activista política y del poeta George Byron, gracias a su posición social llegó a conocer a científicos importantes, lo que le permitió desarrollarse educativamente.
Dolors Aleu i Riera (España, 1857-1913)
Fue una médica catalana, la primera mujer licenciada en medicina de España y la segunda que alcanzó el título de doctor. Publicó la tesis doctoral titulada De la Necesidad de encaminar por una nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer (1883). Se especializó en ginecología y medicina infantil. También fue autora de textos de carácter divulgativo, orientados a mejorar la calidad de vida de las mujeres, especialmente en el ámbito de la maternidad. Abogó porque se abandonara el corsé, que oprimía el tórax y afinaba la cintura de las mujeres, para que dificultaba la circulación sanguínea y provocaba desmayos.
Marie Curie (Polonia, 1867-1934)
Física y química polaca, pionera en el campo de la radioactividad, fue la primera mujer de la historia en ganar un premio Nobel. Para conseguir este galardón tuvo que superar numerosos obstáculos, incluyendo la dificultad de acceso a la universidad, ya que en Polonia las mujeres tenían prohibido acceder a la Educación Superior. Sin embargo, años más tarde se convirtió en la primera mujer que llegó a catedrática en la Universidad de París y una de las únicas cuatro ganadores de dos premios Nobel (uno de ellos compartido con su marido, Pierre Curie).
Lise Meitner (Austria, 1878-1968)
La física responsable de la fusión nuclear y la única mujer que tiene un elemento de la tabla periódica en su honor: el meitneri. El resto son mujeres de la mitología y, ni siquiera lo cure hace homenaje a la recién mencionada Marie Curie: es compartido con su marido Pierre Curie. Lise Meitner, tuvo que llevar a cabo sus experimentos de radioquímica lejos de los focos de los grandes investigadores en una época en que las mujeres no tenían permitido pisar un laboratorio. Sus investigaciones sobre la fusión nuclear fueron cruciales para descubrir el meitnerio, que dió inicio a la era atómica.
Rachel Carson (Estados Unidos de America, 1907-1964)
A comienzos de siglo XX advertía sobre los efectos nocivos de los pesticidas en el medio ambiente y de la creciente contaminación. Su libro «Primavera silenciosa» consiguió erradicar el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) y marcó el nacimiento de la preocupación por el deterioro del planeta debido a la acción humana. Su libro sigue siendo uno de los títulos de referencia del ecologismo y la polémica que suscitó hizo que los Estados Unidos creara la Agencia de Protección del Medio Ambiente e incorporara en su agenda la política medioambiental.
Rosalind Franklin (Reino Unido, 1920-1958)
Química y cristalógrafa inglesa, es la responsable de importantes contribuciones a la comprensión de la estructura del ADN (las imágenes por difracción de rayos X que revelaron la forma de doble hélice de esta molécula son de su autoría), del ARN, los virus, del carbón y del grafito. Sus trabajos sobre el carbón y los virus fueron apreciados en vida, mientras que su contribución personal a los estudios relacionados con el ADN, que tuvo un profundo impacto en los avances científicos de la genética, fueron robados y permitieron a Watson, Crick y Wilkins ganar el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962.
Gertrude Belle Elion (Estados Unidos de America, 1918-1999)
Fué una farmacóloga, bioquímica y profesora universitaria estadounidense galardonada con el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1988 que compartió con George H. Hitchings y Sir James W. Black. Trabajando sola, así como con Hitchings y Black, Elion desarrolló una multitud de nuevos fármacos, como la 6-mercaptopurina (Purinethol), el primer tratamiento contra la leucemia o el zidovudina (AZT) para el tratamiento del sida. También descubrió medicamentos y tratamientos contra la leishmaniosis, la malaria, la meningitis, la gota o el herpes.
Mae Jemison (Estados Unidos de America, 1956)
Médica y astronauta, fue la primera mujer afroamericana que viajó al espacio a bordo del transbordador espacial Endeavour 12 de septiembre de 1992. Entró en la Universidad de Stanford a la edad de 16 años, graduándose con títulos de ingeniera química y estudios afroamericanos. Tiene nueve doctorados honoris causa en ciencia, ingeniería, letras, y humanidades. Es actualmente la cabeza de la fundación 100 Year Starship y focaliza sus esfuerzos en la mejora de la salud en África y en el avance de las tecnologías en países en desarrollo.
Anna Veiga (España, 1956)
Es una bióloga, investigadora y profesora universitaria especializada en reproducción asistida, embriología clínica, genética reproductiva y bioética, así como en el estudio de las células madre y sus aplicaciones clínicas en el tratamiento de las enfermedades degenerativas. En 2011 publica su libro El Milagro de la Vida, una vida dedicada a la ciencia contada en primera persona. Una vida que ha llevado Anna Veiga de la fecundación in vitro a la investigación en células madre en una búsqueda permanente de avances que nos ayudan a vivir mejor.