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¿Globalización contra especialización? Las disciplinas para entender el mundo

¿Globalización contra especialización? Las disciplinas para entender el mundoEnseñar, el apasionante riesgo de enseñar -en palabras de Gert J. J. Biesta-, no es una cuestión simple. Sobre todo si lo que buscamos es que los niños y los jóvenes aprendan. Enseñar no es un desentenderse del impacto que tiene la enseñanza con todos y cada uno de nuestros alumnos. Enseñar conlleva la responsabilidad de conseguir que todo el mundo aprenda y, dada la fragilidad consustancial de nuestra función, arriesgarse a explorar caminos diversos. Más allá de la transmisión de contenidos, hay que conseguir que todo el alumnado sea el protagonista consciente de su aprendizaje, que aprenda que el error es el camino del conocimiento, que encuentre su itinerario personalizado en un contexto común y social de cultura y valores, que pueda desarrollar y practicar en tiempos diferentes e interrelacionados y, finalmente, que lo haga en un espacio lleno de sentido, en una interrelación constante entre lo que quieren saber y lo que los docentes saben que deben aprender.

Los maestros vivimos en un continuo replanteamiento de cómo hacer mejor este trabajo poliédrico. Es en la dirección de encontrar sentido a los aprendizajes que hacen y de vincular lo que viven, saben y se preguntan, con lo que vive, sabe y se pregunta la humanidad, donde situamos la globalización de las actividades escolares.

Básicamente, aprender es entender cómo funciona el mundo y nosotros. Y por eso necesitaremos conocimientos, estrategias y recursos diferentes. Globalizar choca con la fragmentación del currículo y del tiempo escolar en porciones desconectadas. También con el corporativismo, que tiende a pensar que nuestra especialidad es la más importante. Pero para globalizar necesitamos también las disciplinas y no es nada positivo que enfrentamos los dos conceptos.

Necesidad y oportunidad

La situación vivida desde el mes de marzo de 2020 pone sobre la mesa unos hechos que afectan a toda la humanidad. Preguntarse qué nos ha pasado y por qué es una necesidad y una gran oportunidad. Necesidad porque hay que retomar el hilo que quedó interrumpido el 14 de marzo, y la escuela debe hacerlo dando importancia a lo que nos ha afectado como colectividad, globalmente, aunque de manera desigual. Precisamente para reforzar y reemprender el regreso en las mejores condiciones, hay que ser consciente de esta repercusión y de cómo nos afecta a todos y todas.

También una oportunidad. Si hacemos preguntas para entender qué nos ha pasado no podremos responder sólo desde la salud, y tendremos que utilizar todas las disciplinas para intentar explicar las causas y las consecuencias. Las matemáticas para saber la incidencia real, la evolución temporal, la distribución geográfica… Las ciencias sociales para entender como una pandemia que afecta a todo el mundo, no afecta a todos por igual… Las ciencias de la salud por el funcionamiento de la enfermedad, de nuestro cuerpo y su interrelación … la ética para conversar sobre las consecuencias de las decisiones que tomamos, sobre la realidad de la muerte, de la soledad… y si vamos más allá, nos podremos adentrar en la relación con la crisis ambiental, la destrucción de la biodiversidad o los hábitos alimentarios de la población.


Puede haber aprendizaje desde las disciplinas, pero debe ser básicamente instrumental, al servicio de la globalización de los aprendizajes.

¿Globalización contra especialización? Las disciplinas para entender el mundoComprender el mundo

La globalización es una necesidad aplicable a cualquier escuela que se plantee que el currículo debe ser un intento de explicar, entender y comprender el mundo que nos rodea. Las disciplinas deberían tener un valor instrumental: ofrecer herramientas y recursos para ponerlos al servicio de esta interpretación y aprendizaje del mundo. En el fondo no debe haber contradicción entre enseñanza disciplinaria y enseñanza globalizada porque no son dos conceptos opuestos, sino complementarios. La insistencia en el segundo es consecuencia de la excesiva compartimentación disciplinaria que ha sufrido el currículum y que la ha despojado de sentido para todos, para los que enseñan y para los que aprenden.

Cualquier aprendizaje concreto es global y, si este aprendizaje consigue transformar el pensamiento y mejorar los conocimientos del alumnado, sea cual sea la pregunta, tendremos que hacer un esfuerzo considerable si queremos separar lo que hemos aprendido en porciones disciplinarias. Globalizar es relacionar, y siempre he intuido que las relaciones son uno de los pilares de cualquier aprendizaje. Relacionamos hechos, aparentemente muy diferentes, y eso nos hace posible encontrar el sentido, las causas y las consecuencias, las posibles respuestas a las preguntas que nos formulamos, individual y colectivamente.

En resumen, puede haber aprendizaje desde las disciplinas, pero debe ser básicamente instrumental, al servicio de la globalización de los aprendizajes, que es lo que da sentido y funcionalidad a la actividad escolar en las etapas obligatorias. Tiempo habrá para profundizar en estudios más disciplinarios, aunque tendrán sentido nuevamente si somos capaces de relacionarlos con otros campos del conocimiento.

Joan Domènech Francesch
Maestro y licenciado en Filosofía y Letras

Rosa Sensat



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