Escoger escuela, una historia de amor y de política
Los momentos de cambio de escuela, de elección de escuela, van asociados a los cambios de vida que conlleva el crecimiento de los niños. Son momentos de decisiones importantes para la vida de los niños, y de las familias: la separación de la familia cuando entra en la guardería, el paso a la escuela de infantil y primaria, en la escuela de los grandes, y el cambio en el instituto en la adolescencia. Estos momentos hay que vivirlos sin estrés, porque son importantes, pero no trascendentes si los vivimos con tranquilidad, y sobre todo si sabemos que la escuela que queremos es una escuela donde se aprenda a vivir.
Estas líneas no pretenden dar consejos para elegir escuela para los hijos. Recomendaciones de estas encontrarás a cientos en internet. Basta con poner en Google “elegir escuela” y te aparecerán decálogos, consejos e incluso puntuaciones de escuelas con comentarios de todo tipo. En este artículo quiero compartir algunas reflexiones sobre las relaciones entre familia y escuela, en un momento de la vida familiar que hay que tomar decisiones, y que nos cargan de dudas y de incertidumbres. También quiero poner en cuestión hasta qué punto podemos “elegir”, o si esto de elegir escuela es sólo un privilegio de unos pocos.
Después de muchos años de dar clases y de conocer muchas familias, muchos hombres y mujeres, en el momento de ser madre y tener que tomar la decisión de llevar a mis hijos, gemelos, en la escuela, sufrí. Lo vi desde el otro lado y no hubiera pensado que este momento fuera tan especial, tan duro y tan emocionante.
Dice Francesco Tonucci que la mejor escuela es la escuela pública más cercana. ¡Ojalá fuera tan fácil! Esta afirmación queda muy lejos de ser real, al menos en nuestro país. Aún ahora, y parece que, por mucho tiempo, la doble red pública-concertada, y la existencia de escuelas públicas de élite, hace que la diversidad en la calidad de las escuelas sea muy variada. En el país que queremos, que quisiera, todas las escuelas públicas deberían responder a unos estándares de calidad, pero esto no es así en estos momentos. Y parece que tendremos que seguir luchando, aún más, para que todas las escuelas públicas tengan los recursos y las medidas adecuadas. Y para que, sin excepción, puedan ofrecer la máxima calidad de atención y de educación a todos los niños.
¿Quién puede elegir? Tú no eliges la escuela, la escuela te elige a ti
Pero, ¿quién puede elegir? La decisión de llevar a sus hijos a una escuela u otra se ha vendido como un derecho que tenemos los ciudadanos de este país, cuando en realidad no es así. Las familias de los entornos rurales tienen un abanico más cerrado de posibilidades y deben adaptarse a la escuela del pueblo, o en las del entorno.
La libertad de elección de escuelas no existe ni se pretende que exista
Las familias de las zonas del cinturón industrial con nivel adquisitivo bajo tampoco tienen muchas opciones de elección. Y es que, según Antonio Viñao, la libertad de elección de escuelas no existe ni se pretende que exista. Lo que se busca es la selección del alumnado por parte de los centros docentes, especialmente de los privados, concertados y confesionales. En realidad, esta selección supone la exclusión y el rechazo de aquellos niños y jóvenes de aprendizaje más lento, con necesidades educativas especiales, u otros problemas de inadaptación, que los centros públicos deben acoger a toda costa.
Así pues, las políticas de “libre elección” fomentan la separación de los niños en función de su origen y de la clase social, y acelerando las desigualdades educativas y sociales. Todos los niños y todas las niñas tienen el derecho a ir a la mejor escuela, vengan de donde vengan y vivan donde vivan, para hacer efectivo el derecho universal a la educación para todos, no sólo para aquellos niños cuyas familias que tengan los recursos suficientes y la capacidad para elegir la mejor escuela. Por lo tanto, la responsabilidad recae en los gobiernos a desarrollar una red de centros públicos que ofrezcan la mejor educación y con la máxima calidad para todos los niños y niñas, sin discriminaciones de ningún tipo.
Confianza, la palabra clave
En la definición de confianza se asocian palabras como seguridad, garantía, tranquilidad… Y es lo que muchas veces buscamos en la escuela de nuestros hijos es un lugar seguro donde puedan crecer y desarrollarse, con la tranquilidad que tendrán todo lo que necesitan.
Pido a la escuela que crea en el niño, que lo acoja y que lo reconozca, haciéndolo sentir único y especial
Es esto lo que pido a la escuela: que crea en el niño, que lo acoja y que lo reconozca, haciéndolo sentir único y especial. Y es por eso que confiar en la escuela va más allá de proyectos basados en declaraciones de intenciones, de currículos y de metodologías, porque se trata sobre todo de compartir una manera de hacer y de relacionarse.
Y es que en educación lo que importa son las relaciones personales. Y justamente es en la escuela donde aprendemos a hacernos más humanos y relacionarse con los demás, a conocer la cara amable y la cara oscura de la amistad, en definitiva, donde aprendemos a vivir.
Puertas abiertas, comienza la aventura
Para las familias las puertas abiertas tienen dos objetivos principales: ver las caras de las personas a las que confiarás las criaturas y ver las instalaciones. En estas jornadas, a las familias se nos mezclan emociones y preocupaciones que se amplifican con las preocupaciones formuladas en forma de pregunta por los demás. ¿A qué edad comienzan el inglés? ¿Qué método de lectoescritura siga? ¿Cómo resuelven los conflictos? ¿A partir de qué hora puedo dejar la criatura? Y un largo etcétera de preguntas que no llevan a ninguna parte, porque lo que interesa es hacer la visita por los espacios de la escuela e imaginarte qué haría tu criatura allí en medio y cómo deben ser las criaturas con las que estará, que son los hijos de los compañeros de reunión. ¿Y el niño qué dice? ¿El niño qué necesita? ¿Cómo estará aquí? ¿Tendrá todo lo que necesita? Siempre con el niño en la cabeza.
Enamoramiento, defectos y aceptación que nadie es perfecto
Cuando encuentras la escuela que se adapta a las necesidades del niño y de la familia, y cuando ves que te complace y que encaja con todo lo que esperaba, el alivio es grande. Te sientes como en la primera fase del enamoramiento: feliz, reconocido, importante, único… le ves todas las gracias. La aventura ha valido la pena, las preocupaciones de si será o no será ésta ya han pasado… Pero atención, que como en el amor, luego viene una fase de duda cuando descubres los defectos, que siempre los hay… Te enfadadas y dudas. Pero finalmente aceptas que nadie es perfecto y que se deben asumir las imperfecciones, para entrar en la fase tranquila. la del amor.
Una escuela para aprender a vivir
Los momentos de cambio de escuela, de elección de escuela, van asociados a los cambios de vida que conlleva el crecimiento de los niños. Son momentos de decisiones importantes para la vida de los niños, y de las familias: la separación de la familia cuando entra en la guardería, el paso a la escuela de infantil y primaria, en la escuela de los grandes, y el cambio en el instituto en la adolescencia.
Estos momentos hay que vivirlos sin estrés, porque son importantes, pero no trascendentes si los vivimos con tranquilidad, y sobre todo si sabemos que la escuela que queremos es una escuela donde se aprenda a vivir.
Rosa Sensat i Vilà