Dejando rastro en internet: alumnos y huella digital
En un mundo capitalista como el que nos ha tocado vivir, no importan las personas, sino que lo que importan es el dinero. Que la gente consuma y gaste mucho: en fast food, en ropa, en moda, en móviles, tablets, ordenadores… ¡Que piensen poco y que gasten, que gasten! Sobre todo, en productos que envejezcan rápido. Hacer dinero a cualquier precio: a costa de la salud mental y física de las personas, a costa de su cultura, de su educación, de su dignidad…
Por suerte tenemos la Escuela: un tempo del conocimiento, de los aprendizajes, de la curiosidad, la cultura y el bienestar. Donde no importa el dinero, sino que lo que realmente es valioso son las personas.
Hoy en día a los maestros les toca, además del currículo, hacer educación para la salud, educación para un consumo responsable, educación para unos buenos hábitos alimenticios, deportivos, ambientales; educación emocional, educación para una ciudadanía cívica y responsable…
Se añade ahora una nueva educación, de la que me parece que no se ha hablado bastante: la educación para el buen uso de las redes sociales y de internet. Los que me conocen saben bien como me empeña este tema: la repercusión que puede tener en un futuro la huella digital que están dejando a nuestros niños (y nuestros adultos) en internet con el uso que hacen en la actualidad; la identidad que se están creando en las redes y la reputación que se están ganando…
¿Cómo les puede afectar el día de mañana toda esta imagen virtual y en qué ámbitos de su vida? Hay empresas que ya han visto en la recopilación y venta de información confidencial un gran negocio: vender datos personales de usuarios a grandes marcas, empresas e incluso a partidos políticos en plena campaña electoral, es una nueva y exitosa fuente de ingresos.
¿Y qué decir de los abogados? Me consta que ya se están frotando las manos porque, a largo plazo, los hijos e hijas de los padres que exponen desde la primera ecografía hasta cada detalle de su vida más íntima, quizás el día de mañana los demandarán y reclamarán indemnizaciones en concepto de daños morales por haber violado su intimidad. ¿Y qué pasa con la información sobre los alumnos que se cuelga o comparte en blogs, webs, drives y otros? En las escuelas y fuera de las escuelas. ¿Qué pasa si toda esta información cae en manos equivocadas hoy, mañana o pasado?
No sé si cuando alguien, grande o pequeño, progenitor o hijo, maestro o alumno, comparte una foto o cualquier información en las redes sociales o en internet, lo hace siendo conocedor de las posibles repercusiones que puede tener un hecho tan aparentemente intrascendente como pulsar el botón “compartir”. ¿Tenemos toda la información que necesitamos? ¿O sencillamente nos estamos dejando arrastrar y seducir por las ventajas, facilidades y oportunidades de la red?
¿Qué es la huella digital?
La huella digital es el rastro que deja toda la actividad que tenemos en Internet. Todos los movimientos que realizamos cuando navegamos dejan huella: las cookies de las páginas web, la geolocalización del móvil, los “me gusta” en Instagram, los comentarios en Facebook…
Es imposible no dejar rastro en internet en la era digital, y este rastro se puede generar de forma voluntaria -cuando nosotros mismos compartimos fotos en las redes sociales, escribimos comentarios, hacemos “me gusta” – o de forma involuntaria -cuando alguna otra persona nos etiqueta en una foto, cuelga un vídeo donde salimos, comparte alguna información que hable de nosotros-.
A diferencia del mundo real, en el mundo digital toda la información que se difunde se hace accesible a todas las personas de todo el planeta y puede permanecer allí para siempre. Una vez en Internet, las fotos, los comentarios, las informaciones personales, dejan de ser nuestras y pasan a ser del mundo; y puede acceder todo el mundo sin que nosotros podamos controlarlo del todo. Todo este rastro irá generando lo que se llama nuestra identidad digital.
Identidad digital y reputación online
La identidad digital se constituye a partir de los usos que hacemos de Internet y de las redes sociales, donde vamos narrando nuestros gustos, nuestras ideas, nuestras opiniones, los lugares donde viajamos, las cosas que hacemos… Los amigos que tenemos, los comentarios que compartimos, las fotos que colgamos, todo nos define como personas en el mundo digital. Es decir: que, si alguien nos busca por el nombre y apellido en internet, a primera vista ya se podrá imaginar más o menos quiénes somos y cómo somos.
Y la forma en que las personas interpreten toda esta información irá conformando nuestra reputación online. Esta reputación, esta imagen que tienen los demás de nosotros, puede ser buena o puede ser no tan buena.
Hay empresas que se dedican a rastrear internet buscando huellas digitales de personas. ¿Y qué hacen? Pues como ya hemos dicho, hacen negocio: venden los datos a empresas de publicidad, empresas de recursos humanos, etc., etc., etc. Todo lo que nuestros alumnos compartan hoy en las redes sociales o en internet, quedará para siempre y podrá ser utilizado en un futuro a favor o en contra.
Por ejemplo, a la hora de ir a buscar trabajo, a la hora de alquilar un piso, a la hora de conocer gente nueva… Quizás ahora estas cosas no parecen suficientemente importantes, pero la identidad digital de nuestros alumnos, en un futuro, les podrá abrir muchas puertas o, por el contrario, puede hacer que algunas se les cierren sin haber tenido la oportunidad de demostrar que son realmente.
Yo, a los más pequeños les recomiendo:
- Que sean muy conscientes del valor que puede tener cada publicación que hacen en internet y que se lo piensen dos veces antes de pulsar el botón “compartir”.
- Que configuren la privacidad de las redes sociales a fin de que sus publicaciones sólo las puedan ver sus amigos de verdad. No sabemos qué podría pasar si según qué foto o qué información cayera en manos equivocadas.
- Que no agreguen a sus redes sociales personas que no conocen; nunca se sabe quién se puede esconder detrás de un perfil hoz.
- Que recuerden que, aunque algunas publicaciones duran sólo 24 horas, con una captura de pantalla, algunas imágenes o publicaciones pueden quedar para siempre en la memoria del teléfono de algún desconocido o conocido que las puede reenviar a tantas personas como desee y hacer un mal uso.
- Que, si alguien cuelga una foto o una información sin su permiso, si lo consideran oportuno, pidan que la retiren, tanto sus amigos en las redes sociales como otras páginas web.
- Que no dejen sus cuentas de correo o redes sociales abiertas en ordenadores o tabletas que no sean sus personales.
- Que, si dudan de si colgar una publicación o no, que no la compartan. Es mejor prevenir que curar.
- Que conozcan la legislación vigente en relación al uso de internet y que sean conocedores de cuáles son sus derechos en la red.
Internet y las redes sociales tienen un gran potencial y muchas ventajas. Ahora bien, educar a la sociedad para que sepa hacer un buen uso es de vital importancia para preservar su identidad, su imagen, su reputación y su dignidad. Y esta educación, hoy por hoy, me parece que sólo la puede garantizar la escuela.