Acompañar niños y adolescentes desemparados
“…Hablamos de criaturas en riesgo… Para corregirlo hay que actuar en diversos frentes, desde el entorno familiar de los alumnos hasta la configuración del sistema educativo del aula. En una situación de crisis hay que buscar soportes y aliados, hay que tejer redes con familias, otras escuelas, barrios y municipios: utilizar el tejido asociativo del barrio es un elemento de importnacia vital para contrarrestar la fragmentación y aislamiento de la sociedad capitalista…”
GIRONA, Joan M (2015) “Vaig començar a anar a escola als 6 anys”
Jueves 14 de octubre de 1993
Dear Mimmy,
Hoy han bombardeado. Algunos obuses han caído cerca del mercado, y no sabemos nada del abuelo y la abuela. Pobrecitos. Estos locos no sólo han robado mi infancia y la de los otros niños, sino que han robado también la pacífica belleza de mi abuelo, de mi abuela y de la otra gente mayor. Los impiden vivir en paz el tiempo que les queda de vida. Esto también lo han estropeado.
Te he hablado de la guerra, de mí, de Sarajevo en guerra, y el mundo lo quiere descubrir a través de nuestras líneas. Te he dicho todo lo que he sufrido, lo que he visto y he sentido; ahora, la gente que vive fuera de Sarajevo también lo sabrá.
FILIPOVIC, Zlata (1993) “El diari de Zlata”
En la conversación realizada con Open Arms en el marco de la Escuela de Verano 2019, se ha hablado de personas recogidas en el mar: niños, adolescentes y adultos que huyen de sus países. Todas estaban y seguramente están desamparadas. En nuestro trabajo cotidiano en las aulas escuchando el alumnado que se reúne, conocemos otros desamparados.
Criaturas que soportan desahucios, familias en riesgo de pobreza, incluso de pobreza severa… Falta de recursos para pagar la energía adecuada para vivir dignamente, cifras de paro importantes y, sobre todo, trabajo en precario, personas con empleo que siguen siendo pobres dados los sueldos de miseria que cobran con unos contratos de semanas o días. Una enorme inestabilidad que provoca un desbarajuste emocional y cambia los comportamientos en casa y en las aulas escolares. Se puede comprobar desde el inicio de la crisis trampa el aumento de inseguridades entre el alumnado en situaciones de vulnerabilidad.
“Desde que esto empezó estoy menos atenta en clase, y por eso hoy he tenido que hablar con la maestra y le he explicado todo lo que pasa en casa. Al final sólo me ha abrazado y me ha dicho “Tranquila, todo se arreglará”. Mis padres han dejado de abrazarme…” (Niño de una familia en situación precaria).
Los adultos pueden pensar y elaborar con menos dificultades los trastornos que pasan, los sufrimientos que soportan, pero a las criaturas y los adolescentes les es más complicado. No entienden qué pasa, ni el porqué.
Se hace difícil entender y aceptar un sistema económico, lo que nos rodea, domina y abruma, que sólo pretende aumentar de manera exponencial los beneficios económicos de unos pocos privilegiados. Y como contrapartida está aumentando también exponencialmente las desigualdades económicas. El sistema capitalista provoca los sufrimientos que hemos comentado ya la vez sentimientos de impotencia y de desesperación. Unos sentimientos que se extienden a una buena parte de la población aunque no viva en riesgo de pobreza.
La impotencia ante un hurto incierto puede provocar desesperación, un desconcierto emocional que hace que se den, a veces, respuestas contrarias a la propias necesidades. ¿Cómo se puede apoyar electoral a partidos que promueven actuaciones económicas y sociales en contra de las mayorías, en contra de lo que necesitan muchos de sus votantes? La desorientación puede provocarlo. Y está en el origen de comportamientos racistas con gotas de fascismo. ¿Por qué en pocos meses se han producido tres ataques con violencia y varias protestas en centros que acogen adolescentes de otros países? ¿Por qué no se reacciona de la misma manera ante delitos hechos por adolescentes de países pobres que cuando los hacen turistas europeos?
¿Qué podemos hacer desde la escuela o instituto? ¿Cuál debe ser la tarea primordial de los enseñantes ante las niñas y los niños desamparados?
Históricamente, la enseñanza ha tenido un papel relevante para ayudar a las personas más desfavorecidas a tener las herramientas para participar en la sociedad con todos los derechos y deberes que se reconocen en la mayoría. La formación ha sido una especie de revolución que ha permitido socializar, tomar conciencia social y política, llegar a vivir con libertad y armonía con todas las personas.
La escuela no tiene todos los elementos para compensar las situaciones de desamparo; pero puede ayudar e intentar que durante las horas lectivas estos chicos y chicas se sientan en un plano de igualdad. A pesar de saber que están en la escuela unas horas y sólo hay clase la mitad de los días del año. Podemos compensar un poco las necesidades alimenticias, que no pasen hambre. Los niños con alimentación deficiente detienen su crecimiento y les es difícil recuperarse más adelante.
Podemos compensar necesidades económicas, socializar materiales didácticos y sobre todo, la pobreza afectiva o emocional. Podemos animar a los adolescentes que en casa no pueden estimar suficiente para que los padres están desbordados de problemas y llegan a la escuela con la autoestima por los suelos. Un desánimo que los hace rendir menos, aunque tengan más capacidades que otros.
Ante este panorama nada alentador, desde la escuela como maestros, desde la calle como ciudadanos tenemos que hacer frente a unas situaciones que afectan a todos pero sobre todo a las personas más frágiles.
Podemos aportar nuestro grano de arena pequeño pero importante. Denunciar las situaciones injustas es un aspecto del compromiso que conlleva querer enseñar y educar. Ayudar a todos a pensar, a no aceptar acríticamente lo que se dice, las noticias falsas, los prejuicios. Nos toca transgredir siempre que sea necesario para defender los derechos de los niños, que tienen, como personas que son. Ya que la escuela no puede compensar todas las desigualdades, al menos que no las acentúe.
A los niños y adolescentes en situación de desamparo les conviene la acogida, la palabra serena y esperanzadora, el adulto en quien pueden confiar después de muchos reversos, de muchas desconfianzas provocadas por todas aquellas que les han traicionado, que se han aprovechado de su situación, del hecho de estar desvalidas.
Aumentará su confianza si tienen posibilidades de elaborar los muchos duelos que han sufrido y sufren. ¿Cómo se puede elaborar el duelo? El de los inmigrantes es un ejemplo paradigmático que nos ayuda a entender otros duelos.
Los niños o adolescentes llegan a un nuevo país sin saber por qué, de repente, habiendo dejado amigos, casa, parientes, escuela, juguetes… Se podía explicar el caso de una criatura que no tenía chaqueta en invierno, y decía que no le había cabido en la maleta: había preferido llevarse su oso de peluche antes de que la chaqueta. Había que acogerlos para ayudarles a elaborar el duelo, y había que entender algunos comportamientos, quizás disruptivos, que representarían los primeros días o semanas”.
¿Cómo se puede ayudar al niño a manejar emociones como el miedo, la tristeza, la incertidumbre, el no saber? Con la acción tutorial, con el papel del adulto que está a su lado de manera fehaciente.
Los adolescentes, sobre todo de entornos socioeconómicos empobrecidos, deben encontrar una persona que los pueda escuchar las angustias, los desánimos… Esto compensa. Alguien que les ayude, que los regañe, que los haga reflexionar… que los haga sentir queridos también en el instituto. Esto puede ayudar a paliar las carencias y problemas que puedan tener por las situaciones límite en casa”. [1]
Las criaturas no están solas: hay que tener en cuenta el entorno familiar de los niños y niñas que están escolarizados. El vínculo que establecemos con el alumnado la debemos extender a las familias e intentar la colaboración con otras entidades de la red asociativa: otra tarea muy necesaria de la escuela.
Del mismo modo que establecemos un vínculo con nuestro alumnado a partir de la acción tutorial, de la acogida, de las relaciones que se establecen en los procesos de aprendizaje … también la establecemos con sus familias. El vínculo entre docentes y familias contribuye a reducir las desigualdades y facilita el éxito escolar entendido en sentido amplio. No sólo resultados académicos, sino los resultados educativos que contemplan todos los aspectos de la persona. Los centros escolares siguen siendo, aún hoy, en pleno siglo XXI, el ámbito donde todo el mundo se encuentra, donde todos los niños que viven en el país asisten. Es el ámbito donde pueden ser tratados en pie de igualdad. Tiene un papel de socialización y de cohesión social.
Para terminar: Los duelos son inconmensurables… nuestra será una gota en medio del océano, pero será la gota que puede revertir el proceso de desconfianza con todo lo que las rodea; una relación empática que puede incitar la resiliencia de niños, adolescentes e incluso de sus familiares. Deberán encontrado un lugar, un espacio, unas personas que las tendrán tratado como se merecen con todos sus derechos y deberes. Que las habrán ayudado a confiar, a pensar que tienen un futuro posible.
Seguro que vale la pena. El retorno que recibimos de ellas también nos augura un futuro mejor a todos nosotros.
[1] GIRONA, Joan M. (2015) “Vaig començar a anar a escola als 6 anys”.
Maestro y psicopedagogo. Miembro del Consejo de Formación de Rosa Sensat.