Escuela y salud mental
La problemática relacionada con la salud mental es una de las preocupaciones más relevantes que expresan los profesionales del mundo educativo. Las dificultades emocionales o de regulación de la conducta o los trastornos mentales son cuestiones que les inquietan ya las que no es fácil dar respuesta desde la escuela.
La escuela es uno de los espacios en los que se desarrolla una parte significativa de la vida de los niños y jóvenes y, por tanto, es el lugar donde se manifiestan muchos de sus malestares. Pero también es, o debería, el ámbito que los acoge, los acompaña y los cuida. Este cuidado debe tener presente que la escuela, como espacio de relación y vida, está atravesada por los conflictos y malestares sociales (la pandemia actual es un ejemplo paradigmático), y que los determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales incluyen no sólo variables individuales, sino también factores sociales, culturales, económicos y ambientales.
La declaración de Helsinki de 2005 sobre la salud mental de la Organización Mundial de la Salud prioriza, como dos de los ejes estratégicos de actuación, la prevención y la promoción de la salud mental, y la lucha contra el estigma y la discriminación . Asimismo, el Plan de Salud Mental de Barcelona 2016-2022 plantea, como uno de los desafíos a los que es necesario dar respuesta, garantizar espacios de vida y protección para la población infantil y juvenil que les ofrezcan la estabilidad, el cariño y la confianza que necesitan para crecer y fortalecer sus capacidades. En todos estos aspectos, el papel de la escuela es fundamental.
Y es que la escuela, junto con otros espacios comunitarios, es un ámbito privilegiado desde el que poder dar respuesta a estos retos y debería tener como objetivo ser un entorno saludable, un espacio protector para el alumnado que acoge ( promoviendo las mejores condiciones para su desarrollo) sus familias y los profesionales que trabajan.
Algunos de los principios que deberían orientar el abordaje de la salud mental desde la escuela son la ética del cuidar (que comporta una actitud de acogida, hospitalidad y acompañamiento del otro vulnerable como guía de las prácticas educativas de la escuela), la prevención (con el fin de aumentar los factores de protección y reducir los de riesgo) y la transversalidad de las intervenciones, que no deben reducirse sólo a programas y actividades concretas, sino que deben considerar los distintos ámbitos de la vida y la organización de la escuela.
Estos principios se articulan en torno a dos ejes de intervención que son complementarios: el tipo de medidas (universales, adicionales e intensivas) y el nivel de prevención (primaria, secundaria y terciaria), y que se concretan en distintos ámbitos.
Desde un punto de vista más global, es necesario que la cultura del centro y su proyecto educativo favorezcan la promoción de la salud mental de toda la comunidad educativa, incluyan la promoción del bienestar social y emocional en las políticas del centro e incorporen medidas universales que lo favorezcan. Alcanzar estos objetivos pide que el centro educativo fomente las buenas prácticas educativas que hagan de la escuela un espacio de acogida.
Adaptar la organización
Un buen acompañamiento del alumnado pide ajustar la respuesta educativa a las necesidades de los alumnos más vulnerables y con mayor riesgo de tener problemas de salud mental. Esto requiere, entre otras medidas, adaptar la organización y los recursos del centro para poder dar respuesta a las necesidades emocionales y de cuidado del alumnado (espacios de acompañamiento y conversación, propuestas educativas que promuevan el bienestar, etc.) Asimismo, es necesario adecuar las estrategias metodológicas y la manera de desarrollar el currículo, y considerar la promoción de la salud mental de forma transversal.
En este diseño de las propuestas de trabajo hay que tener especialmente en cuenta los ejes de desigualdad (clase social, género, etnia, etc.) y las situaciones vitales críticas (maltrato, acoso, duelo, procesos migratorios, etc.), puesto que son generadoras de sufrimiento y alta vulnerabilidad.
Dos aspectos igualmente importantes son, por un lado, la detección precoz de los indicadores de riesgo y vulnerabilidad, y de los primeros signos de malestar y/o síntomas de un trastorno mental, para poder realizar intervenciones preventivas y de cuidado para el alumnado especialmente vulnerable, antes del agravamiento y la cronificación de las dificultades. Por otro lado, luchar contra el estigma y el autoestigma asociados a los problemas de salud mental con el objetivo de reducir o eliminar las prácticas discriminatorias que pueden estar asociadas (rechazo, evitación, escarnio, etc.).
Desde la perspectiva del alumnado, como medida universal, es fundamental que puedan disfrutar de un entorno emocionalmente seguro y, al mismo tiempo, acompañar adecuadamente a los que tienen problemas de salud mental y proporcionar ayuda específica para aquellos alumnos con más riesgo (o que ya muestran síntomas de dificultades).
Es importante también informar a los niños y adolescentes sobre la problemática de la salud mental y el sufrimiento que significa tener un trastorno mental, y ayudarles a reconocer en sí mismos los indicadores de malestar y los primeros síntomas de un posible trastorno, ya aprender a gestionar las dificultades (no escondiendo el malestar personal, cómo comunicarlo y pedir ayuda y a quién, etc.).
Acompañar a las familias
Con las familias hay que acompañar de manera especial a las más vulnerables y/o con más dificultades y ayudarlas a mejorar las capacidades parentales dotándolas de estrategias y competencias para afrontar la convivencia y los conflictos. Hay que prestar especial atención a las familias de los alumnos en las que se detecta una situación de riesgo personal y psicosocial.
Para que esto sea posible, el papel de los docentes es fundamental. Así, es necesario que existan las condiciones para un buen desarrollo de su labor profesional, por ejemplo, con el establecimiento de espacios de reflexión y conversación para facilitar el trabajo colaborativo del equipo. Es importante que se sientan acompañados en relación con el impacto emocional y la sobrecarga de trabajo pedagógico y educativo que implica al alumnado con problemática de salud mental.
Asimismo, una buena formación de los profesionales respecto a la problemática de la salud mental y el trabajo con el alumnado con trastorno mental les puede ayudar a entender mejor qué les pasa, cómo se sienten y sus necesidades, lo que facilitará que se los pueda atender de forma más adecuada.
En definitiva, los objetivos básicos son favorecer un cambio de mirada sobre la salud mental, construir escuelas que sean capaces de cuidar de los niños y adolescentes más vulnerables y de los propios equipos educativos y capacitar a los docentes para hacerles un buen acompañamiento.
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Miembro del CRETDIC Barcelona Ciutat
Ilustraciones de Victoruler
“Article publicat a la revista Perspectiva 416“