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¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?

¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?Como madres y padres, encontrar ratos para reflexionar sobre la educación que reciben nuestros hijos, qué acciones hacemos día tras día y cuáles son las consecuencias que pueden tener estas acciones son elementos clave para lograr nuestro objetivo de educar. Ser consciente de lo que se quiere transmitir y de lo que se quiere evitar puede ayudar a marcar límites, poner normas y llegar a acuerdos conjuntamente con los niños, niñas y jóvenes.

Educar no es fácil y tampoco existen manuales específicos que expliquen cómo se debe hacer. Si a este hecho le sumamos que todas las familias y todos los niños y jóvenes son diferentes tampoco podemos establecer unas pautas de trabajo sobre cómo evitar la adicción al dispositivo móvil, pero si analizamos lo que hacen o dejan de hacer los hijos e hijas, como hacen sentir las personas que los rodean y cuál es la respuesta que obtienen a lo que hacen, podemos llegar a extraer conclusiones.

Habría que empezar haciendo una observación bien precisa sobre qué es lo que hace que el joven se pase tantas horas haciendo uso de su móvil. Los motivos pueden ser muchos y diversos:

  • Sigue personas que cuelgan imágenes y vídeos en Instagram y quiere estar al día.
  • Le gusta jugar y los juegos son tan atractivos y emocionantes que cuesta dejarlos a media partida.

¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?

  • Le gusta estar al día sobre las novedades en cine y mira mini trailers de películas.
  • Le gusta seguir personas en redes sociales como Youtube o TikTok que hacen algo que comparte con ellas.
  • Mira series de plataformas digitales.

Actualmente, hay que estar al tanto de todo lo que ocurre en las redes sociales y parece que, si no estás al día, no te enteras de nada y estás vendido.

Otro aspecto a observar es si el niño o joven ha cambiado su actitud respecto a las personas que le rodean o si la ejecución de sus responsabilidades cotidianas se ha visto modificada. Por ejemplo: deja de lado las tareas compartidas o rumia más a la hora de llevarlas a cabo, ya no tiene tan presente la importancia de hacer los deberes de la escuela o el instituto y los hace a última hora a toda prisa porque se ha despistado o cuando se le pide algo hay que repetirla muchas veces porque queda abducido por el juego (o el dispositivo móvil) y la desconexión es total.

Ante este cambio de actitud muchas familias se sienten desbordadas, están preocupadas y cansadas de repetir las cosas constantemente y piensan que, de un momento a otro, se les acabará la paciencia. Es probable que el joven y los padres vivan en mundos paralelos y, por ello, las familias sienten que viven desconectadas de la vida de sus hijos, ya no comparten lo que les gusta y no se enteran de nada.

¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?Hay que encontrar el momento para hablar de ello y no terminar desesperados. Ser padre o madre significa compartir sentimientos porque, como referentes, sabemos que el proceso de la educación pide tiempo, comprensión, respeto y empatía, entre otros. Ser referente implica: responsabilidad, capacidad de adaptación, trabajar conjuntamente con el resto de agentes educativos y, sobre todo, ser coherente para que el proceso educativo tenga sentido.

Una vez analizados los cambios de actitud del joven, los diferentes sentimientos que experimentan las familias y que implica el proceso educativo hay que mirar qué acciones y actitudes desarrollan los padres y madres cuando hacen uso del dispositivo móvil, ya que a menudo, los niños y jóvenes se reflejan con los padres y madres y reproducen lo que ven.

Si antes hemos conocido que puede seducir a los más jóvenes de la casa, ahora observamos que hacen algunos adultos cuando tienen un dispositivo móvil entre las manos:

  • Alargan el momento de hacer una tarea compartida o la dejan de hacer para que el juego que tienen en activo les produzca un desgaste físico y psicológico.
  • Dejan de escuchar de manera activa, sin mirar a los ojos a las personas que les hablan, respondiendo con un “sí, sí ahora” porque están trabajando contestando un WhatsApp o correos electrónicos.

¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?

  • Se aíslan del resto de la familia pasando ratos más largos en la habitación, en el estudio o en el baño, provocando colas en horas punta.
  • Obligan a adaptar las actividades familiares en los horarios que tienen que destinar al dispositivo móvil para que lo exige la actividad que estén llevando a cabo: WhatsApp con los amigos, juegos…
  • Se ponen nerviosos porque la tensión del juego agota la propia paciencia y hacen sentir mal a las personas del entorno.
  • Se pasan por alto normas sobre el uso del móvil que, anteriormente, habían consensuado con el resto de la familia, como por ejemplo: “Evitaremos hacer uso del móvil mientras compartimos una comida y sólo la tomaremos en caso de extrema urgencia porque son más importantes las personas que tengo delante “..
  • Consultan el móvil porque es tan relajante para desconectar del trabajo que acaban durmiendo menos horas de las necesarias y dejan de lado hábitos que hasta ese momento habían trabajado con el resto de la familia.
  • Necesitan poner el móvil encima de la mesa cuando se hace una cena especial en un restaurante porque les es molesto en el bolsillo y necesitan estar atentos por si reciben una llamada.

¿Quién está más enganchado al móvil, mi hijo o yo?

  • A la hora de planificar salidas de fin de semana o vacaciones, necesitan ir a lugares donde haya cobertura, limitando el abanico a elegir.
  • Necesitan la inmediatez a la hora de participar en las redes y, por ello, compartir imágenes de los hijos y vivencias personales no puede esperar.

Si algunos adultos se comportan de esta manera con un dispositivo móvil entre las manos, debemos hacer una reflexión y no sorprendernos por lo que hacen los jóvenes con el teléfono. Preguntémonos:

  1. ¿Qué puedo hacer, en mi día a día, para invitar a mi hijo o hija a dejar el móvil un rato y descansar de este dispositivo?
  2. Si no me gusta la actitud de mi hijo o hija cuando está en uso del dispositivo, ¿puede que él o ella no le guste cómo respondo yo cuando estoy con el móvil?

Educar es un proceso largo en el que hay que hablar y actuar. Las experiencias que nos ofrece la vida son únicas y, a menudo, estar conectado a un dispositivo móvil es el motivo por el que nos perdemos lo que está pasando en nuestro entorno más cercano. Los niños y jóvenes crecen muy rápido y el tiempo no tiene retorno y, por este motivo, es necesario que dejemos descansar el dispositivo móvil de vez en cuando y disfrutemos de los ratos con la familia porque tienen un valor inmensurable.

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Bet Bartrina Comalat
Docente de cursos de ocio de la Fundació Pere Tarrés
Fundació Pere Tarrés