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Infancia y salud. El funcionamiento del sueño de los niños y las niñas

Infancia y salud. El funcionamiento del sueño de los niños y las niñasNos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, por lo tanto la calidad y cantidad de sueño se relacionan directamente con una buena salud y calidad de vida. Cada vez son más las evidencias de la influencia de los trastornos del sueño en el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social de los niños y las niñas. De la misma forma, no se puede ignorar que es el origen de una importante fuente de estrés familiar.

Es sabido que dormir poco ocasiona cansancio y somnolencia diurna, que repercuten en el rendimiento escolar y pueden originar una hiperactividad paradójica. No es tan conocida, por ejemplo, la relación recientemente observada entre dormir poco y la obesidad, atribuida a la alteración de la secreción de leptina/ghrelina, o la posible afectación del crecimiento debida a la disminución de la secreción de la hormona del crecimiento que se libera durante las fases profundas del sueño. La repercusión del sueño en la homeóstasis orgánica dista mucho de ser completamente conocida, pero lo que ya es indiscutible es su función mucho más compleja que un simple tiempo de descanso.

¿Cómo es el sueño de los niños y niñas?

Ritmo nictemeral: alternancia vigilia-sueño

El ritmo nictemeral es el ciclo diario de vigilia-sueño, es decir de día-noche. Nos permite organizar nuestra conducta en el tiempo y también sincronizar muchos procesos de nuestro organismo. Se establece hacia los seis meses de vida y está condicionado por los estímulos físicos (luz) y sociales (actividades).

Por qué dormimos

Dormir es una actividad necesaria, porque con ella se recupera el cansancio, la fatiga, el equilibrio físico y psicológico. El sueño tiene un papel fundamental en el desarrollo y el bienestar infantil. Favorece los procesos de atención y memoria y ayuda a consolidar lo que se ha aprendido.

Infancia y salud. El funcionamiento del sueño de los niños y las niñasCómo es el sueño: fases y ciclos

El sueño no es continuo, es decir, desde el dormirse por la noche hasta el despertarse por la mañana. Hay dos estados bien diferenciados que configuran la estructura normal del sueño. Uno es el sueño nrem (Non Rapid Eye Movement) o sueño de ondas lentas, y el otro es el sueño rem (Rapid Eye Movement) o sueño de movimientos oculares rápidos. Pero el sueño nrem, a su vez, se divide en tres fases, llamadas N1, N2 y N3.

La fase N1 es la del adormecimiento, la del estado transicional de la vigilia al sueño más profundo. Es breve y de sueño muy ligero, hasta el punto de que si el niño se despierta en esta fase no es consciente de que se estaba durmiendo. La fase N2 es la del sueño ligero. A medida que el sueño se hace más profundo aparecen las ondas lentas delta, que configuran la llamada fase N3.

El paso del sueño nrem al sueño rem determina un cambio significativo en la calidad del sueño. Durante el sueño nrem disminuyen la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y el flujo sanguíneo cerebral, mientras que se incrementan la irrigación muscular y la secreción de la hormona del crecimiento. Por otro lado, el sueño rem expresa un comportamiento paradójico, ya que a la vez que el cuerpo tiende a la paralización, se registra una disminución de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca y del ritmo respiratorio, pero por otro lado se incrementa la actividad cerebral, estimulada por el aumento del flujo sanguíneo, que se equipara al de la vigilia.

Por tanto, las cuatro fases (N1+N2+N3+rem) conforman un ciclo de unos 90 minutos aproximadamente, y a continuación hay un tiempo de latencia que puede durar de 20 a 30 minutos en el que el cuerpo es sensible al exterior o a las demandas corporales, hecho que puede producir un despertar, por ejemplo por un ruido o un cambio importante de temperatura exterior, o bien por una necesidad orgánica, como la sensación de tener llena la vejiga de la orina y tener que ir a orinar. A continuación se entra en un nuevo ciclo de unos 90 minutos seguido de un nuevo tiempo de latencia en el que podría producirse otro despertar. Y así un ciclo tras otro hasta completar toda la noche, en la que pueden producirse de cuatro a seis ciclos, con uno, alguno o ningún despertar, según las condiciones del exterior y el funcionamiento del cuerpo y la mente (ver figura 1).

Fig. 1: Fases y ciclos del sueño de una persona a lo largo de toda la noche.

Fases y ciclos del sueño

Nota: El asterisco representa el período de latencia y la posibilidad de despertar entre ciclos.

Ahora bien, no todos los ciclos son iguales, ya que progresivamente se van modificando los porcentajes de tiempo ocupado por cada fase a lo largo de la noche. Durante la primera mitad de la noche predomina el sueño nrem, pero en cambio durante la segunda mitad predomina el sueño rem. En la figura 2 podéis observar el hipnograma de un niño en el que se evidencian las variaciones de las cuatro fases del sueño durante los seis ciclos que se conforman a lo largo de la noche, y se ve claramente cómo las fases rem se hacen más largas a lo largo de la noche. Estas características explican que en la primera media parte de la noche se puedan producir terrores nocturnos, y en la segunda, pesadillas.

Fig. 2: Evolución de las fases por ciclo durante el sueño de una noche.

Evolución de las fases

Evolución del sueño a lo largo de los primeros 6 meses

Los niños y niñas menores de 2 meses duermen mucho pero no lo hacen de una forma seguida: cada tres o cuatro horas aproximadamente se despiertan y necesitan sentir el contacto con los progenitores o cuidadores que les dan de comer, interaccionan con ellos y si es necesario los cambian. Es conveniente que el niño aprenda a dormirse solo desde el primer momento, circunstancia que no se contradice de ninguna forma con el satisfacer sus necesidades de contacto y brazos, tanto de los progenitores como de las criaturas. Después de comer se inicia el llamado sueño activo (futuro sueño rem), durante el que mueve los globos oculares, hace muecas, ríe, respira irregularmente, emite algún gemido y realiza pequeños movimientos de las extremidades. A los padres les puede parecer que está inquieto, pero es un sueño normal y no hay que interrumpirlo. Pasados aproximadamente 30 o 40 minutos, la criatura entra en un sueño más profundo, llamado sueño tranquilo (futuro sueño nrem), en el que está completamente relajada y respira suave y profundamente. El ritmo circadiano vigilia-sueño no llega hasta los 5 o 6 meses de edad aproximadamente.

¿Cuánto tiempo tienen que dormir?

Las necesidades de horas de sueño diario son muy variables entre los niños y niñas más pequeños y van decreciendo con la edad. En la figura 3 se puede observar la variación estadística en percentiles. Ponemos un ejemplo para entender el concepto «percentil»: imaginemos una fila de 100 niños y niñas del mismo barrio y de la misma edad, puestos en orden según sus necesidades de sueño diario de menor a mayor horas al día. El primero de la fila es el que necesita menos horas de sueño al día, y el último, el 100, el que necesita más horas. Si se dice que uno de los niños está en el percentil 50, significa que ocuparía el número 50 de la fila, por lo tanto tendría el valor de la mediana de los niños y niñas del barrio, y a lo largo de su vida sus necesidades de sueño diarias seguirían la curva del percentil 50. Si tuviera el percentil 98 (figura 3) sería el que tiene una necesidad más alta, y si fuera de percentil 2 sería el de la necesidad más baja.

Si nos fijamos en la figura 3 y la tabla 2, veremos que la variación de las necesidades de los niños y niñas durante el primer mes de vida son de 10 horas de sueño al día (con un rango de variación de 19 a 9 horas), mientras que a los 5 años la variación se reduce a 4 horas (rango de 9,5 a 13,5), y a los 16 años la variación se reduce a 3 horas (de 9,5 a 6,5 h/día).

Evolución de las necesidades de dormir hasta los 5 años

Durante la evolución del sueño con la edad, además de adquirir el ritmo circadiano y disminuir la necesidad de horas de sueño, como hemos comentado, también cambia el requerimiento de siestas. Si miramos la tabla 1, veremos que los recién nacidos duermen entre 16 y 18 horas diarias, con tres siestas que pueden sumar unas 6 o 7 horas; a los 2 años la media de sueño es de 13 horas al día, de las cuales 11 o 12 h son nocturnas y 1 o 2 horas se recomienda que sean una siesta después de la comida. A los 4 y 5 años el total de horas al día es de 11 horas y ya se recomienda que sean todas nocturnas, por tanto a partir de los 4 años se recomienda abandonar la siesta, pero la decisión depende de identificar las necesidades propias de cada niño o niña. En los primeros años las siestas son normales y necesarias, hasta los 18 meses es normal que duerman dos siestas al día. Después suelen dormir solo una después de la comida, hasta los 4 o 5 años.

Fig. 3: Percentiles de sueño con la edad (de meses a 16 años).

Percentiles de sueño

Fuente: American Academy of Pediatrics.

¿Cómo reducir los despertares nocturnos?

Evolución de los despertares nocturnos a lo largo de los primeros años de vida

Tal como se ha explicado cuando hablábamos de las fases y ciclos del sueño, los despertares nocturnos son fisiológicos, se consideran normales hasta los 5 años, y se pueden producir al pasar del sueño rem al sueño nrem (ver la figura 1). Según las estadísticas de la American Academy of Pediatrics, los menores de 3 años tienen despertares entre un 20% y un 40%, a los 3 años un 15%, y a los 5 años un 2%. Lo más importante no es la existencia del despertar nocturno en sí, sino que el niño no necesite ayuda para volverse a dormir. Por eso es tan importante enseñarlos a dormirse de forma autónoma, para que si se despiertan a media noche puedan reiniciar el sueño lo más rápidamente posible, sin necesitar apoyos, favoreciendo así un mejor descanso de la criatura y del resto de la familia. Si el niño se despierta y tiene la sensación de que está en un sitio diferente de donde se durmió, este hecho le genera inseguridad y acostumbra a reclamar la presencia del adulto. Por ello no se recomienda que el adulto lo duerma en los brazos, en el carrito o de otra «forma creativa» y después lo ponga en su cuna, ya que si el niño tiene un despertar seguramente se encontrará inseguro y reclamará la presencia del adulto.

Tabla 1. Necesidades de sueño diario de 0 a 5 años.

Necesidades de sueño diario

Fuente: American Academy of Pediatrics.

Tabla 2. Percentiles de necesidad diaria de sueño.

Percentiles de necesidad diaria

Fuente: American Academy of Pediatrics.

Cómo minimizar el despertar nocturno: condiciones del entorno, condiciones corporales y condiciones del pensamiento

Existen una serie de factores genéticos, ambientales, circadianos y educativos que se han puesto en valor como elementos que favorecen un sueño más armónico y reparador.

Factor biológico-genético: La historia del sueño infantil empieza antes del parto. El cerebro fetal en desarrollo, así como el resto de órganos del feto, están regulados por el reloj biológico materno. El feto no reacciona a los reguladores externos (la luz, por ejemplo) y lo hace, de forma indirecta, por las señales proporcionadas por la madre. Existe evidencia científica que avala la influencia reguladora de estas tres señales: la alimentación materna, el ritmo de la temperatura corporal materna con sus variaciones día/noche, y el momento de secreción materna de melatonina.

La autorregulación del sueño. La llamada homeóstasis del sueño demuestra que como mayor es el número de horas de vigilia previas al sueño, menores son las dificultades para iniciarlo. Asociando este mecanismo (evitando siestas muy largas, o a últimas horas de la tarde) con una correcta hora circadiana de inicio del sueño, se facilita la aparición de un sueño sin dificultades y fisiológicamente adecuado. Hay niños y niñas que necesitan irse a la cama temprano y levantarse temprano por la mañana, y en otros la necesidad es la inversa.

Infancia y salud. El funcionamiento del sueño de los niños y las niñasFactores ambientales: La melatonina es la hormona que transmite la hora circadiana a todo el organismo. Tiene una baja concentración durante el día. Cuando empieza la oscuridad, su concentración aumenta, lo que favorece el sueño. En presencia de luz, este incremento se retarda y su concentración es menor. La dificultad para iniciar o mantener el sueño es máxima en presencia de luz blanca o azul. En los niños y niñas, el porcentaje de supresión de la secreción de melatonina con la presencia de luz es del 88%, significativamente mayor que en los adultos (46%). Esta diferencia es debida, en gran medida, al tamaño de la pupila y a su mayor capacidad de dilatación. En resumen: la luz y la actividad física por las mañanas, y un desayuno regular, ayudan a conciliar y mantener el sueño. Los dormitorios de niños y adolescentes deberían estar libres de aparatos electrónicos que sean fuentes de luz blanca/azul, que inhibe la secreción de melatonina.

Factor educativo: Dormir es una necesidad biológica, mientras que dormir bien es, en gran medida, un hábito personal y social. En el desarrollo de cualquier hábito se necesita la presencia continuada de rutinas. Entre estas rutinas, juegan un papel fundamental la ritmicidad de los horarios de sueño, la regularidad de los despertares y de las horas de las comidas, los paseos al aire libre, los baños y masajes relajantes, potenciando el sueño autónomo, es decir: que el niño o niña se duerma solo.

Recomendaciones generales referentes al sueño de los niños y niñas

  • La calidad de su sueño está influenciada por diferentes factores. Por un lado, la herencia genética y su carácter juegan un papel muy importante, pero lo que influye más es el ambiente, la actitud de los progenitores y el aprendizaje y las costumbres que se les ofrecen.
  • La decisión de cómo debe dormir solo es patrimonio de los progenitores. En el caso de decidirse por que el bebé se duerma de forma autónoma y en su propia cama, es importante que este aprendizaje se inicie de forma precoz.
  • De la misma forma que se les enseñan otros comportamientos que los ayudan a conseguir un grado de autonomía progresiva, también tenemos que enseñarles a dormirse solos.
  • Si el sueño no se inicia de forma autónoma, el niño también necesitará ayuda para volverse a dormir en los despertares nocturnos.
  • Debe favorecerse el normal desarrollo de los patrones de sueño-vigilia. Para conseguir su maduración integral es fundamental una buena relación de estima con sus progenitores o cuidadores habituales. La relación de estima-dependencia no debe implicar una sobreprotección e irá evolucionando a lo largo de los primeros años de vida.
  • Recordemos los elementos que ayudan a establecer una relación de estima-dependencia con el niño o niña:
  • Saber percibir sus señales y responder correcta y rápidamente.
  • Responder siempre de la misma forma ante la misma conducta.
  • Mantener un contacto físico frecuente pero sin que sea agobiante.
  • Dejar que decida en lo que sea posible para favorecer su autonomía.

Infancia y salud. El funcionamiento del sueño de los niños y las niñas

  • Para el niño o niña, el hecho de dormir puede significar separación. Una buena separación debe aportar tanto a los progenitores como al niño satisfacción y seguridad, que se puede conseguir si convertimos el hecho de ponerlo a dormir en un acto predecible y rutinario. Una mala separación provocará que el niño responda con ansiedad, que los progenitores se sientan presionados emocionalmente y que ambos tengan miedo de nuevas separaciones. Es conveniente establecer distanciamientos graduales durante el día, permitiendo que el niño esté entreteniéndose solo a ratos sin contacto visual con los padres.
  • Es muy conveniente que todos los adultos que participen en la enseñanza del hábito de dormir actúen de la misma forma. Haciéndolo así el niño aprende que haga lo que haga siempre obtendrá la misma respuesta de los progenitores y cuidadores.
  • Muchas veces se necesita una dosis importante de paciencia y serenidad. La reacción del niño puede ser violenta (salir de la cama, gritar, dar patadas, etc.), puede ser que quiera negociar («Quédate un poco», «Léeme otro cuento», etc.), puede hacerse la víctima (llorar con auténtica tristeza, o no) o no parar de hacer peticiones («Quiero agua», «Tengo pipí», «Tengo hambre», etc.), o cualquier otra cosa que nos obligue a entrar de nuevo.
  • Cuando, a pesar de todo, la educación no ha funcionado y tenemos que enfrentarnos a un problema de sueño del hijo, lo que necesitaremos será observar y analizar cuál es la causa o causas del problema y reeducarlo, y para conseguir una buena reeducación es fundamental saber que una de las circunstancias que más favorecen el buen dormir de los niños y niñas es la sensación de seguridad que se les transmite. El niño es capaz de percibirlo perfectamente solo por la actitud, los gestos o el tono de voz.
Sònia Asensio Carretero
Pediatra del Área Básica de Salud de L’Hospitalet Centre
Artículo publicado a la revista In-fan-cia de la Associació de Mestres Rosa Sensat

Rosa Sensat

Fuentes:

  • Asensio, Sonia, Núria Batlle, Joan Bosch et al.: Los trastornos del sueño. Pautas de prevención, diagnóstico, tratamiento y derivación desde atención primaria, 2018. Se puede descargar desde aquí
  • Owens, J. A., R. D. Chervin y A. G. Hoppin: «Behavioural sleep problems in children». Up To Date review, 2016 www.uptodate.com.
  • Familia y Salud: Padres y pediatras, cuidado de la infancia y la adolescencia. Web de la Asociación Española Pediatría de Atención Primaria: www.familiaysalud.es.


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