El juego como derecho
El artículo 31 de la Declaración Universal de los Derechos de la Infancia reconoce el juego como un derecho fundamental porque, sin duda alguna, el hecho de jugar posibilita situacions óptimas para el desarrollo que influyen directamente en el crecimiento sano de los niños y las niñas.
Hoy en día, los juguetes y los juegos ocupan un lugar importante en la vida de los niños. Los padres y las madres, así como los educadores y educadoras, sabemos que la capacidad de jugar reside, más que en los materiales de juego, en los mismos niños, pero también tenemos que aprovechar y potenciar el carácter educativo y de diversión de los juguetes.
Tenemos que ofrecer a la infancia la oportunidad de tener cerca juguetes seguros, que sean adecuados para la edad y el escenario donde los niños los usen. Para ello, habrá que tener en cuenta los parámetros de calidad y seguridad que garanticen un juego enriquecedor y a la vez respondan a los intereses y a las necesidades de la infancia.
¿Qué importancia o beneficios comporta para los niños y las niñas este valor?
La vida infantil no puede concebirse sin juegos: jugar es la principal actividad de la infancia, en la cual los niños no dudan en utilizar todo el tiempo que disponen.
El juego es un impulso que desde pequeños nos empuja a descubrir, manipular, observar e interpretar el mundo que nos rodea. Jugado descubrimos al amigo, aprendemos a relacionarnos con los demás, ejercitamos nuestras capacidades y nos aventuramos a asumir pequeños riesgos que nos ayudan a crecer y a conocer al que tenemos a nuestro alrededor.
Por otro lado, no tenemos que olvidar que el juego no es una actividad exclusiva de la infancia. Jugar es un recurso excelente de diversión para todas las edades y representa, además, una actividad importante que favorece la relación y comunicación entre adultos, niños y adolescentes. En esta actividad importante en la vida de las persones, el juguete adquiere un valor significativo como elemento capaz de enriquecerla y estimularla.
¿Cómo podemos trabajar este valor del juego en la escuela?
Los patios de las escuelas son y han sido siempre espacios de juego y relación entre niños que dan pie a experiencias lúdicas diversas, momentos de ocio y descanso psíquico. En este aspecto del juego en la escuela se le ha sumado otro aspecto no menos importante en reconocerlo como un recurso capaz de incentivar y reforzar la adquisición de nuevos conocimientos y la maduración harmoniosa, de manera que los juegos y juguetes son cada vez más frecuentes en las aulas.
Cualquier juguete de calidad que se adapte a los intereses de los niños y a los objetivos educativos del ciclo escolar puede ser integrado en estos escenarios. Así, podemos encontrar muñecas, cocinas o coches que refuercen el conocimiento del medio en las aulas de educación infantil, juegos de mesa que refuercen ciertos aspectos del lenguaje o del cálculo mental en las aulas de ciclo medio de primaria y juegos de simulación histórica o de lógica matemática y estratégica en las aulas de secundaria.
Evidentemente, no tenemos que olvidar el valor importante de la institución como transmisora de la cultura popular a través de los juegos tradicionales, a los cuales se juega en los gimnasios, patios y aulas.
¿Y en el ámbito doméstico?
La casa es uno de los espacios tradicionales de juego, integrado perfectamente en la vida cotidiana del niño. Hoy en día podemos decir que es el principal escenario debido a la reducción o pérdida de los espacios al aire libre.
El juego en casa, cerca de los adultos, posibilita la transmisión de actitudes y hábitos positivos en cuanto al cuidado y uso de los juegos y juguetes. Si, además, el niño y la niña tienen la oportunidad de compartir este escenario con otros niños (hermanos, primos, vecinos …), se enriquece notablemente.
En general, el espacio de juego en la casa se concentra en el cuarto de los niños. El dormitorio suele ser a la vez cuarto de jugar. Para que este espacio sea verdaderamente seguro y estimulante del juego debe tener en cuenta las necesidades específicas de cada tipo de juguetes: dónde y cómo se colocarán los coches, las muñecas, los juegos de mesa, donde se guardará el puzzle o la construcción montados a medias, etc.
La disposición particular de los objetos favorece no sólo los hábitos de orden y cuidado de las cosas, sino el mismo tipo de juego que realizan los niños. Un baúl lleno de coches incita a un juego brusco y poco amable con los objetos. Los niños vacían el baúl lanzando los coches en el suelo hasta que encuentran lo que buscan y los recogen haciendo “baloncesto”, amontonándolos unos encima de otros. Sin embargo, un espacio dentro de un cajón o en el propio suelo de la habitación, convertido en aparcamiento de coches, facilita un juego más creativo y respetuoso. Otros ejemplos serían los disfraces, las muñecas, los escenarios de muñecos en miniatura, etc.
Por otra parte, la gran acumulación de juegos y juguetes limita el juego en vez de favorecerlo, ya que podríamos decir que las ganas de jugar resultan inversamente proporcionales al exceso de juguetes. En este caso, es aconsejable guardar algunos juguetes fuera del alcance del niño y hacer que vayan apareciendo de manera progresiva, a la vez que en “desaparecen” de otros.
Los niños no sólo quieren jugar en su dormitorio, sino que es fácil que “ocupen” toda la casa, ya que les gusta jugar cerca de los adultos. Así, el comedor y el salón se ven inundados a menudo de juegos y juguetes. La bañera es otro de los lugares preferidos por los niños para jugar con el agua y la espuma. Es importante tener en cuenta esta necesidad con el fin de adaptar los espacios, creando unas condiciones libres de riesgos.
Finalmente, las dimensiones y características de la casa (grande, pequeña, de techos altos o no, con patio o terraza, sin, etc.) determinan también los tipos de juegos y juguetes más adecuados para los niños.
