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Teresa Pàmies, hoy

Teresa Pàmies, hoyYa lo dice el padre de Teresa Pàmies, Tomás, el rojo de Balaguer, en su obra capital y que fue el origen de todo: Testament a Praga (Labutxaca, 2019). El hombre (y la mujer, añadimos hoy) es fruto de las circunstancias. Y una literatura, también.

El primer libro de Teresa Pàmies aparece en 1971, el franquismo languidece pero no acaba de morirse. Pero se le espera difunto -esta vez sí, bien pronto-. La sociedad viene de un silencio antiguo y muy largo, como dice el retorno de un gran cantante de la posguerra. Hay que dar voz a los que tuvieron que marcharse -se jugaban la vida si se quedaven-, deben tejer juntos la historia reciente, la propia identidad y las cartografías del camino que quieren emprender. Y Teresa Pàmies necesita volver a casa. Tiene 50 años, la cifra mítica.
 
50 años no es una cifra cualquiera, es la edad que tenía su padre cuando tuvo que irse de casa. Envejeció y murió lejos. Ella no llegaba a 20 años cuando perdieron la guerra, lleva treinta años en el exilio, es la última oportunidad, o vuelve ahora o sabe que no volverá: sus hijos ya serán demasiado franceses para reconocer una casa que no sea la de fuera.
 
Ella ha estado esperando este momento toda la vida. Es una mujer autodidacta, que tuvo que dejar la escuela a los 11 años, pero esto ni ha impedido que se haya creado una voz propia ni que no haya conservado su lengua. Una lengua que pule, que mantiene viva. Está lejos de casa, ha tenido que aprender muchas lenguas -inglés, checoslovaco, francés, ruso-, pero nunca descartó el proyecto de tener un catalán cada vez más rico y preciso.

Por lo tanto, podemos leer su obra como un intento de acogida. De un encaje en una época, de un diálogo con una sociedad que lo ha de volver a incluir. Una obra que tuvo parroquia mientras estaba viva, aunque como dice su propio hijo, Antonio Pamies, en el prólogo de Quan érem refugiats (Sembra Llibres, 2017).


Durante la dictadura se había impuesto silencio a la voz de los vencidos, y faltaba poco para que volviera a quedar oscurecida, ya en la era democrática, ahogada bajo la hiperproducción textual (y fílmica) por parte de hijos de los vencedores, que se habían cambiado de bando en los años 80, hasta apoderarse totalmente de la izquierda oficial. Unos conversos que tienen poco que ver con los perdedores de los que se autoproclaman herederos, sobre todo porque no perdieron nada.

Aunque Teresa Pàmies no fue un símbolo de la modernidad -era mayor que los hijos de los vencedors-, siempre practicó la rebeldía y la disidencia, en nada fue convencional, y nunca se la puede acusar de sectaria. Siempre estuvo mucho más interesada en pensar y en acercarse a la verdad que al recitar ningún dogma.
 
Teresa Pàmies, hoyAsí que leer Teresa Pàmies hoy podría parecer la lectura de unos libros de una época: de un silencio, de un encaje. De un diálogo con una sociedad que la había de acoger. Y hoy, cincuenta años más tarde, nosotros, nos dice algo? Es una obra que dialoga con un tiempo y unos lectores o tiene un interés meramente histórico? Es la segunda mujer en recibir el Premio de Honor de las Letras Catalanas una cronista de una época que puede tener un interés un tanto arqueológico? El tiempo es el gran escultor que decía Yourcenar, ya veces los años pasan por las obras y las gastan.
 
La respuesta es que no. Honestamente, sin ningún ánimo propagandístico para que sea el centenario. Teresa Pàmies es revisable hoy y la sorpresa es considerable.

Hay que revisar su feminismo, tal vez poco entendido en su momento, y que ahora resulta del todo vive con su perspectiva inclusiva con obras como Mascles no masclistes (Plaza & Janès, 1987) o la única crónica que se hizo del Primer Congrés Feminista de Catalunya (Laia, 1976).

Su denuncia del capitalismo y cómo convierte el mundo en cloacas, es constante en sus obras, como en el magnífico texto recién editado por Tushita Edicions: Matins a l’Aran.

Hablamos de los refugiados, pero nuestro país tiene una historia reciente de un exilio forzado (Quan érem refugiats. Sembra Llibres, 2017), o como se vive teniendo el marido en prisión (Dona de pres. Proa, 1975) o tomar cualquier opinión en torno al feminicidio que ya publicó en 1993 con el libro Coses de la vida a ritme de bolero (Empúries) y parece que esté escrito mañana.

He puesto ejemplos desalentadoras, porque los años de publicación son bastante antiguos pero, estamos de enhorabuena, se han publicado varios libros que se pueden encontrar inmediatamente y recién salidos de imprenta en nuestra librería de referencia:


  • Tenemos Testament a Praga a Labutxaca. Un libro que se ha convertido un clásico de nuestras letras, que no ha parado de reeditar y del que, Mercè Otero-Vidal, ha dicho que debería ser libro de texto.
  • Tushita Edicions, no sólo publica Matins a l’Aran, un ejercicio literario enmarcado en la Vall d’Aran sino que pronto también sacará Praga en catalán por primera vez.
  • Si hay un libro lleno de encanto, sin victimismo, de un gran valor narrativo este es Gent del meu exili, en Empúries.
  • Si Testament a Praga era el homenaje al padre, Memòria dels morts (Empúries, 2019) es el gran homenaje a la madre que se quedó en casa, esperando a sus y al cabo de dos años mora ahogada en el río.
  • Justo antes del centenario Tigre de Paper Edicions publicó Si vas a París, Papà. Y esperamos de otros.

¿Y su vida? Una vida única para una mujer pobre, de origen campesino y autodidacta. Capitana de la sección femenina del JSUC, obligada a exiliarse porque el alterativa era ser ejecutada o sufrir cadena perpetua, ingresada en un campo de concentración a Magnac-Laval, se escapa de noche gracias al partido comunista, vive un largo exilio de más de 30 años en diferentes países como República Dominicana, México, Rusia, Checoslovaquia, Francia y regresa a casa gracias al premio Josep Pla de literatura del año 70. Comienza su segunda vida, tiene 50 años y más de 50 obras para publicar antes de morir a los 92 años en Granada.

Puede consultar su biografía de manera más detallada, y acceder a recursos visuales y una programación de actos en la web del centenario anyteresapamies.

Conmemoramos un centenario, pero el éxito de esta conmemoración se deberá valorar con la capacidad que tiene de acercar sus libros a nuevos lectores (o lectores reencontrados). En este sentido nos despedimos con 25 frases suyas, verdaderos aforismos mucho más inteligentes que muchas de las Tweets actuales, con el deseo nada disimulado que sea el puente para llegar a sus libros:


  • “Éramos jóvenes e ignorantes, eso lo supe después, transcurridos los años, conocidos los acontecimientos protagonizados, los secretos de los que en aquellos momentos escapaban a nuestra juventud exultante de ideales que siguen siendo válidos, aunque no supiéramos defenderlos hasta el final.”
  • “Tres meses de guerra no son tres meses de paz. Cada día, cada hora de tres meses de guerra revolucionaria pasan cosas y cada una de estas cosas dejan huella en la persona que las vive, le dan algo y le exigen mucho. Éramos protagonistas de hechos que nos transformaban. El riesgo, la responsabilidad, la necesidad de definir ante mil dilemas y problemas urgentes nos darían conocimientos que sólo más tarde – mucho más tarde – iban a reflejarse en la personalidad de cada uno.”
  • “Tuvo que aprender a dirigir, a mandar, a contabilizar, a persuadir, a verificar, a discutir y convencer. En una palabra: a gobernar.”
  • “Cuando la Historia va deprisa no es posible ir despacio. Uno no sabe si el correr es resultado o es consecuencia de las rápidas transformaciones de cada momento. Lo único que sabe es que no puede, no debe pararse. Y corríamos, corríamos.”
  • Teresa Pàmies, hoy“Aquellos paisajes y sus gentes eran los de mis lecturas proletarias ingeridas desde la adolescencia en un hogar tan politizada como la mía. La novela Cemento, de Gladkov, me había marcado profundamente por el romanticismo obrerista que desprendía.”
  • “Nosotros sólo conocíamos, superficialmente, lo que Alejandra Kollontay había escrito sobre sexo y revolución.”
  • “La pornografía es el arma ideológica de la burguesía decadente.”
  • “Fue una guerra terrible, pero entonces no lo sabíamos. Nos forjó y la forjamos. Tardaríamos mucho a descifrar su significado, en saber lo que pudo habernos dado y lo que nos sacó, lo que nos dio y lo que le dimos.”
  • “Los ideales de emancipación no se apoyaban en textos muertos ni en cifras heladas sino en la capacidad de amar y de sufrir por lo que quieres.”
  • “Entre los escombros apareció un brazo. El recordaré siempre, aunque viviera mil años. Tengo que recordarlo. Sería un crimen olvidarlo.”
  • “Ellas cargaban con el peso del éxodo, las criaturas los viejos, los enfermos…”
  • “Encontré trabajo en mi profesión y me quedé en Veracruz. Ella prosiguió el viaje en autocar hasta la capital mexicana. Prometió escribirme. No lo hizo. Prometí olvidarla. No la olvidé.”
  • “Quería aprender, instruirse. Se instruía y aprendía, pero no entraba en calor. El fuego de la sabiduría y del humanismo contenido en los libros la dejaban fría, sin el ardor sublime que desprenden nuestros clásicos.”
  • “Deduje que mi mujer estaba leyendo Diario de un seductor de Kierkegaard. La escuché con evidente escepticismo, como siempre que deja de ser ella para convertirse en el eco del libro de turno.”
  • “Meses y meses esforzándome en inculcarles las ideas más nobles en frases que eran monumentos de belleza y bondad, tratando de potenciar emociones… y por efecto de su bestialidad, yo me comporté bestialmente.”
  • “Vivir a gusto no es una frase. Mi marido que fue un idealista, decía que vivir a gusto no era fácil, que había que renunciar a ciertas cosas para vivir a gusto.”
  • “Se niega a aceptar la derrota y, por tanto, analizar las razones de la misma.”
  • “Todo era auténtico en él: su energía y su debilidad; sus convicciones y sus dudas, su amor y su cansancio del amor, su alegría y su pesar. Todo era de ley, la autenticidad tiene este don. Penetra toda.”
  • “Como todas las chicas había soñado un amor de novel.la francesa y, como todas las chicas bien criadas y aconsejadas por las santas monjas, creía que el amor de las novelas era algo indecente, pecaminoso, sobre todo el de las novelas · las francesas.”
  • “Hace dieciocho años que espera. Pero espera activamente. No se le puede aplicar el adagio de “el que espera desespera”. En la espera larga y activa ha encontrado lo que llaman equilibrio vital. Sería cínico afirmar que ha encontrado la felicidad.”
  • “Leer la carta del padre es escuchar la palabra indiscutida del padre, mantener el vínculo obligado con el mundo del padre, combatir el olvido del padre, saber que se tiene un padre y aprender a ser como él.”
  • “Tiene cincuenta años y no conocerá nunca más aquel amor loco, aquella pasión vivida en los treinta, con un hombre desconocido, aunque desconocido al cabo de tantos años: quizá porque ya ni tiene ganas de volver a vivir.”
  • “Los hijos duermen, la cocina es limpia, el comedor tranquilo y ella puede coser serenamente después de una jornada de inquietudes, cálculos, trabajos desagradables y embrutecedoras. Le gusta coser. Le gusta hacer cosas bonitas con sus manos, mirarlas después y decirse: “Esto lo he hecho yo, con estas manos”. Es una vocación, es una dote de artesano y ella disfruta en practicarlo. Se tiene que ganar la vida, y este es el aspecto angustioso de la vocación.”
  • “Hay muchas maneras de vivir, o sea: vivir no significa la misma cosa para todos.”
  • Dijo “nuestra” fábrica. La clave de todo la tiene esta palabra. Cuando un obrero dice “nuestra fábrica” no lo hace con el mismo tono ni por los mismos motivos y derechos que lo haría el dueño o la Sociedad propietaria. Al decir “nuestra” significa, “nosotros, los obreros”, significa “nuestro pan”, significa también “nuestro mañana”, nuestra fuerza.
  • “Necesitaba vivir un amor como aquel, provocador y desorbitado, para conocerse.”

Montse Barderi Palau
Escritora y comisaria del Año Teresa Pàmies para la Institució de les Lletres Catalanes

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