¡Qué divertida es la arena!
Jugar con la arena permite a los niños crear e imaginar sin límites. Apretando y amasando pueden construir casas, castillos, ciudades, laberintos, fosos y ríos sobre los que derramar agua… ¡Y es que la arena es uno de los mejores juegos de construcción del mundo!
¿Quién no ha jugado de pequeño o pequeña a hacer castillos en la arena de la playa? Con su puente y un camino para que entrara el agua del mar y llenase el foso. E incluso con torres elevadas con ventanas y decoradas con conchas. Sin duda, ir a la playa y jugar con la arena suponía toda una aventura y estimulaba nuestra creatividad e imaginación sin límites. Una tradición que, por suerte, no ha pasado de moda, y aún hoy es fácil encontrar grupitos de niños y niñas jugando a imaginar formas imposibles como si fueran el mismo Gaudí.
Y es que jugar con la arena es súper divertido. Y, más allá, es toda una experiencia sensorial, ya que los movimientos y coordinación necesarios en la actividad impulsan equilibradamente el desarrollo muscular y óseo de niños y niñas. Además, sentarse y levantarse, guardar el equilibrio, alargar el brazo para coger el cubo o la pala, moverse alrededor de lo que se construye… Todo esto implica coordinarse para utilizar grandes grupos musculares, lo que conlleva un aumento de sus habilidades motoras. ¿Pero sabes que jugar con la arena tiene muchos más beneficios?
Expresión sensorial
El agua y la arena son dos de las cosas más sensoriales que pueden existir. Tocar y deslizar el agua o la arena entre los dedos es un placer y apreciar el tacto y la temperatura de estos materiales naturales proporciona mucha información para los sentidos. De hecho, los niños tienen una atracción muy fuerte hacia la arena y esta les da miles de opciones de juego y construcción.
Estimulación de la creatividad
Jugar con la arena permite a los niños crear e imaginar sin límites. Apretando y amasando pueden construir casas, castillos, ciudades, laberintos, fosos y ríos sobre los que derramar agua… ¡Y es que la arena es uno de los mejores juegos de construcción del mundo! Además, modelar y crear formas constituye una expresión artística y, por tanto, emocional, por lo que pueden expresar toda su personalidad.
Educación en la realidad
Jugar con la arena mantiene la curiosidad del niño o la niña, un hecho que impulsa a seguir aprendiendo, conociendo la realidad que le rodea, la naturaleza, sus tesoros… Y todo esto alimenta su motivación a la hora de explorar el medio, crear formas con él, deshacerlas e inventar nuevos juegos con materiales naturales.
Juego simbólico
En el momento en que un montón de arena se convierte en un castillo, los palitos de madera en árboles, las piedras en coches o las conchas en tejados, los niños están experimentando el auténtico juego simbólico. Es decir, juegos de imitación donde el niño o la niña representa su entorno conocido imitando una casa como la suya, un castillo medieval o, incluso, jugando a ser cocineros y cocineras y creando platos y postres como los de verdad. El juego simbólico, que se hace presente a partir de los 18 meses, es muy importante para ayudarles a entender el mundo que les rodea y ensayar futuras situaciones reales.
Elemento socializador
Cualquier tipo de juego se convierte en un elemento socializador, ya que implica el diálogo y la relación con tus compañeros. No obstante, en el caso de la arena, el hecho de no existir unas reglas amplía el factor relacional, ya que los niños y las niñas deben ponerse de acuerdo para construir juntos aquel castillo, o para simular que cocinan aquel plato. ¡Todo ello favorece en gran medida el desarrollo de la cooperación!
Desarrollo de la psicomotricidad
Es fundamental que para jugar con la arena, los niños y niñas utilicen diferentes instrumentos, como cubos, moldes, palas, rastrillos… Éstos contribuyen a desarrollar la precisión y el control de sus dedos y sus manos. Además, el hecho de moverse, levantarse o sentarse, fortalecen el aparato motor, y como la arena es blanda difícilmente se pueden hacer daño.
Aprendizaje de las matemáticas y la lectoescritura
Jugar con la arena ejercita el cerebro de los niños, ofreciéndoles conocimiento de matemáticas básicas y habilidades científicas. Al rellenar objetos de diversos tamaños, adquieren conceptos como vacío y lleno o grande y pequeño. Aunque, en realidad, se nos abre un mundo de posibilidades: ¿por qué jugar a contar las conchas que vamos recogiendo para decorar nuestro castillo de arena? Además, ¡escribir en la arena o hacer dibujos con el dedo fomenta el aprendizaje de la lectoescritura!
La arena ofrece una riqueza de aprendizaje infinita, sobre todo a los ojos de los más pequeños. Así que aprovecha el buen tiempo y, si no puedes ir a la playa, siempre tendrás la opción de ir a un parque o de poner un arenal en la terraza de casa. Y, sobre todo, ¡combina el juego de la arena con el del agua para explotar todo su potencial educativo y de diversión!
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