LOS PATINETES ELÉCTRICOS PIDEN PASO
El boom del patinete eléctrico ya es una realidad en ciudades de todo el mundo. Muchos ciudadanos los usan porque son eficientes y sostenibles, pero una de las claves para que se implanten correctamente es la seguridad. Elegir modelos con elementos de seguridad óptimos, circular con prudencia y una regulación clara son requisitos imprescindibles para su buena implantación.
Desde hace relativamente pocos meses los vehículos de movilidad personal (VMP) han dejado de ser un juguete para convertirse en un medio de locomoción que triunfa entre los adultos revolucionando la movilidad de las grandes ciudades. La fiebre de los patinetes eléctricos -una modalidad bautizada como micromovilidad- proviene de Estados Unidos y ha hecho más que vía extendiéndose por las calles europeas para acabar convirtiéndose en una parte cotidiana del paisaje urbano.
Los usuarios valoran la rapidez y el hecho de que exigen menos esfuerzo físico que las bicicletas y también que se pueden plegar fácilmente, por lo que son una buena alternativa de transporte. Según algunos estudios, la mayoría de los usuarios de VMP tienen entre 25 y 45 años y usan sus patinetes por recorrer “la última milla” desde la parada de autobús o metro hasta el lugar de destino. Para algunos planificadores urbanos se trata del transporte del futuro, no sólo por razones ecológicas, sino que los automóviles a menudo no son la manera más rápida de desplazarse por las ciudades.
Pero atención con la seguridad de los patinetes. Las preguntas latentes ante este nuevo fenómeno urbano son: ¿la gran mayoría de patinetes que existen actualmente en el mercado cumplen con los controles para garantizar las máximas medidas de seguridad que requieren sus usuarios? ¿Las calles de las ciudades europeas podrán soportar más medios de transporte?
“La gran mayoría de personas -explica un experto en vehículos de movilidad personal (VMP)- cuando compran un patinete eléctrico dan prioridad al precio y al peso, y descuidan factores que son clave como la seguridad que ofrece para él y para los otros usuarios de las calles. Además, se da la circunstancia de que si se compra un producto de mala calidad, su vida útil se acorta mucho y acaban teniendo un efecto contrario a la sostenibilidad que tanto promueven, ya que acaban provocando que se desguace prematuramente materiales y componentes, como las baterías”.
El hecho de que no haya aún una normativa de regulación de los VMP -la Dirección General de Tráfico (DGT) ha emplazado a los ayuntamientos a regularlos mientras prepara un reglamento en línea con lo que marca la Unión Europea- ha propiciado que cada ciudad aplique sus criterios.
Barcelona ha redactado una normativa pionera que ha inspirado otras urbes y que diferencia los patinetes en función de su peso y su velocidad. Usados de manera adecuada, según algunos especialistas en movilidad urbana, los vehículos de movilidad personal (VMP) son una opción eficiente y asequible para descongestionar el tráfico de las ciudades, pero para ser realmente útiles también necesitan llevar las personas a sus destinos con seguridad.
No hay duda de que los patinetes eléctricos se han convertido en una opción legítima para mucha gente. Pero, para hacerlos encajar definitivamente, habrá que validar la seguridad que ofrecen y reordenar las ciudades si se pretende, realmente, conseguir resultados en términos de seguridad vial y sostenibilidad.
D’acord perfecte, una altra manera de contribuir a la sostenibilitat del planeta, ara bé, seria adient que a aquests nous centaures se’ls ensenyés que han de respectar els drets dels vianants, que no poden tractar a aquests com no volen ser tractats ells, els vianants a peu tenen prefencia i els seus espais han de ser protegits i preferents …