La filosofía de vida del DIY
El movimiento DIY (hazlo tú mismo) no es nada nuevo. Viene de lejos, está muy presente y ya hace años que va al alza. ¿Quién no ha hecho pulseras scooby doo el patio del colegio o en los centros de verano? Este pasatiempo no está lejos de esta tendencia que ahora cautiva a miles de personas. Basta con echar un vistazo a las redes para ver cómo las creaciones de los usuarios se exponen en el escaparate más global que existe: Internet.
Y es que los trabajos manuales son una forma divertida y muy entretenida de pasar el tiempo libre. Además, cuando los resultados acompañan y se disfruta de la actividad, es una afición que engancha, que te pide más. Afortunadamente, de disciplinas hay para dar y regalar: desde hacer jabones o bisutería, a tejer, coser, costumizar ropa, entregarse al scrapbooking, o decorar joyas y complementos para el hogar. Cualquiera de estas modalidades tienen en común que potencian las habilidades manipulativas, y en consecuencia, con paciencia y esfuerzo, uno se ve recompensado con resultados cada vez mejores. Pocas cosas pueden ser tan satisfactorias como hacer una tarea a través de las manos. Con esto, vemos que somos capaces de crear y “producir” algo a través de nuestro esfuerzo e imaginación.
Para una gran mayoría, lo que les mueve a embarcarse en estos proyectos son las ganas de hacer algo por uno mismo, de recuperar el trabajo artesanal, la filosofía de los oficios tradicionales de toda la vida. Desempolvar la creatividad, que en el trabajo a veces queda relegada a un segundo plano. De esta manera pueden salir piezas personalizadas y al gusto de cada uno, con el añadido de que habiéndolo producido uno mismo, hemos ahorrado energía, recursos y por lo tanto hemos tomado conciencia ambiental.
Tener este hobby nos ayudará mucho a aliviar los problemas y el estrés que a veces no sabemos manejar. El estrés es una de las dolencias más frecuentes en los últimos tiempos. El trabajo manual requiere mucha concentración, que ayuda a distraer la mente del exterior, como las tareas diarias y mucho más; por tanto, estos benefician en la relajación del cuerpo y la mente. Del mismo modo, producir algo requiere planificar, diseñar, buscar piezas para el montaje y la construcción. Un gran proceso mental que ayuda a aumentar la imaginación y mejorar la capacidad de memoria.
Y por si no fuera suficiente, hacer una manualidad implica mover las manos, los dedos y los brazos, lo que nos ayuda a mantenernos activos mental y físicamente. Es así como se mejoran la movilidad en los dedos y todas las articulaciones que cubre, por ejemplo, el túnel del carpo, que tiende a endurecerse fácilmente, también los hombros. En el caso de los niños, además, las manualidades propician el aprendizaje y la coordinación motora, la relajación de los dedos y su capacidad para planificar el trabajo.
¿La promesa final? Un producto único, personal y personalizado. Complementos y objetos que te distinguen y que tienen un valor superior al de cualquier otro que puedas haber comprado. Por eso pueden ser también una alternativa original y muy válida a la hora de hacer regalos que queremos que sean especiales o bien una opción diferente y divertida a la hora de celebrar y personalizar fiestas como Navidad, cumpleaños, Halloween o Carnaval.