Unas vacaciones en familia
No existe la poción mágica, pero sí fórmulas para que padres e hijos recuerden los días de verano con una sonrisa
Texto Álex Ribes – Fotografía de Banco de imágenes
El reto se nos presenta como cualquier otro: cuesta arriba, sin una manera clara de afrontarlo, con incertidumbre, pero aún así, con ganas de que llegue.
El verano llama a la puerta y es el momento de planificar las vacaciones en familia. Las semanas, o incluso los meses previos, sirven para elaborar el mapa de posibles destinos y los días más adecuados. La tarea no es fácil: hay que tener claro qué queremos hacer con nuestros hijos, hasta qué punto es importante su opinión y cuántos días o semanas son necesarios para que puedan desarrollar sus habilidades, ya sean sociales, educativas o emocionales. Todos estos factores, y otros que pueden ir surgiendo sobre la marcha, son condición “sine qua non” para disfrutar de un verano redondo.
Pongámonos, por un momento, en la piel de unos padres con un bebé de un año que quieren aprovechar el verano para ir de vacaciones. El dilema que les surge es razonable: “¿Nos lo llevamos, o todavía es demasiado pronto para ir de aquí para allá con el crío?” Según Guillermo Bautista, doctor en pedagogía y profesor de psicología y ciencias de la educación de la UOC, la decisión está en manos de los progenitores. “Son los padres quienes deben decidir la edad inicial y qué tipo de vacaciones quieren tener”, dice. También es importante, según Bautista, saber que no se puede hacer lo mismo con un bebé que con un adolescente: “En algunos casos será importante mantener ciertas rutinas que nos ayuden a hacer más confortable el viaje, en otros lo será controlar los límites o, dependiendo de la edad, saber dónde establecer el umbral de la autonomía”.
Es muy normal que en una familia cada uno de los miembros tenga gustos y aficiones diferentes. Ahora bien, cuando llega el momento de planificar una salida de unos días, se puede dar el caso de que no todas las necesidades queden cubiertas. Se pueden dar situaciones en que no quedará más remedio que suprimir aquella visita al museo o aquella tarde en el parque de atracciones. Pese a ello, “hay que hacer un esfuerzo para que esta planificación refleje el máximo de espacios de interés común”, explica el profesor de la UOC, quien tiene claro que estos serán los momentos que más se disfrutarán.
Unas vacaciones ideales implican la participación de todos los integrantes de la familia. Pero a la hora de elegir los destinos, la jerarquía predomina y son los padres quienes deciden. Así lo cree Mamen Duch, actriz y profesora de yoga para niños, aunque “se deben elegir lugares donde los hijos puedan disfrutar, jugar y crecer. Es importante resaltar que las vacaciones han de ser parte del crecimiento personal de los niños y niñas, que tengan ese punto de inolvidable, de recuerdo para toda la vida”, añade Duch. Para ello, no es necesario viajar lejos ni buscar destinaciones exóticas. Siempre podemos plantear las vacaciones de manera más tradicional y sencilla, yendo al pueblo, por ejemplo, donde los hijos pueden reencontrarse con el grupo de amigos de verano y pasar los días fuera, al aire libre: jugando, viviendo, y compartiendo nuevas experiencias.
FÓRMULAS PARA COMBATIR EL ABURRIMIENTO
¿Qué hacer con los niños para no caer en la monotonía? Es evidente que después de tantas horas en el aula resulta esencial realizar actividades dinámicas, al aire libre y que, a la vez, tengan un componente educativo y pedagógico. Las vacaciones son un buen momento para fomentar aquellas habilidades o aspectos que durante el año han quedado en un segundo plano, como, por ejemplo, la comunicación entre padres e hijos. En este momento del año, tanto los unos como los otros “suelen estar más relajados y eso supone que la comunicación pueda ser más auténtica e intensa”, asegura Bautista. La clave, según el profesor, es hacer cosas que nos apetezcan a todos. Esta premisa (más enrevesada de lo que puede parecer a primera vista) implica una planificación previa o dejarlo en manos de la improvisación, aunque esta última opción “puede desembocar en desacuerdo y pérdida de tiempo”.
El abanico de actividades que se pueden realizar en familia son infinitas. “Deportes, yoga, danza o actividades para expresar el cuerpo”, explica Duch. Para la actriz y profesora, la imaginación también tiene una importancia primordial en estos días de verano, aunque solo será un ejercicio provechoso “si se evita el contacto con pantallas de televisión o tabletas”. Otra opción que resalta es la de los centros de verano, “pero haciendo cosas diferentes de lo que hacen en la escuela”, puntualiza, “donde puedan desarrollar su imaginación, aprender a compartir con niños y niñas de otras edades y ayudarse entre ellos”.
No existe el modelo definitivo de unas buenas vacaciones en familia. Pero sí es necesario “elegir destinos que nos permitan hacerlo todo”, recuerda Bautista. Y continúa: “Hay que pensar en qué nos apetece hacer y cuál será el modelo que más se identifique con nosotros y nuestros hijos”.
Otro punto de controversia para los padres a la hora de planear las vacaciones es el factor de la duración. ¿Días, semanas, meses? Según el profesor de la UOC, el mínimo orientativo para que los niños y jóvenes se sientan con una cierta confianza en un lugar o un espacio es entre 4 y 6 días. “A partir de aquí podemos alargar la estancia lo que creamos oportuno y según cuál sea el objetivo de las vacaciones o la actividad que queramos desarrollar”, concluye. Al fin y al cabo, más allá de los días o los destinos, lo que perdurará más en el recuerdo de todos es que se haya podido disfrutar en familia.
Los libros de viaje para los más pequeños también pueden ser un buen apoyo antes de empezar a hacer la maleta. La editorial Lonely Planet tiene una colección de guías de viajes dirigida a los viajeros más jóvenes titulada Mi primer Lonely Planet. También es importante que tengan a mano un pequeño diario donde apunten sus sensaciones y experiencias. En Diari de viatges per a petits viatgers, de Josep Palau, los más pequeños podrán escribir sus recuerdos, pegar fotos y dibujar lo que más les ha sorprendido mientras han estado fuera. Porque, después de todo, de eso se trata: de que las vacaciones se conviertan en una experiencia inolvidable y sean recordadas siempre con una sonrisa.