La ciencia también es cosa de mujeres
Hace pocos días hemos vivido el relevo presidencial en la cúpula del poder norteamericano. Un nuevo presidente. Un hombre. Viendo las noticias, mi hija de once años me preguntó, en un tono medio curioso medio indignado: ¿Que las mujeres no pueden ser presidentas? Rápidamente le contestó su hermano mayor: Sí, pero aún no ha habido ninguna.
La pregunta me preocupó. La respuesta me dio esperanza. Abrir el camino no es fácil. La línea que separa ser pionero de convertirse en una persona marginada es muy fina. No todo el mundo es capaz de ser el primero. Muchos necesitamos modelos a seguir. Esto es lo que necesitan las niñas (y los niños) del futuro. Ya sea en la política, al arte, a la ciencia o en cualquier otro ámbito de la sociedad.
El próximo día 11 de febrero, concretamente, se celebra el Día de la Niña y de la Ciencia para hacer hincapié en la importancia de dar a las pequeñas estudiantes las herramientas necesarias para poder alcanzar su sueño de ser investigadora, matemática o astronauta . Pero si todas se hacen la misma pregunta que se hizo mi hija, posiblemente tendrán la tentación de rendirse. Por eso es tan importante visibilizar nombres propios. Historias reales que nos demuestren con hechos que ellas son tan capaces como ellos. Sólo se les debe dar las herramientas.
Es importante que conozcan quien fue Copérnico o Galileo, pero no nos debemos olvidar de visibilizar Caroline Herschel o las Curie. Mujeres que también descubrieron comillas, elementos químicos y otros secretos profundos de la tierra y el universo.
Muchas de estas mujeres tiempos remotos o del pasado más reciente lograron despertar sus mentes privilegiadas gracias a que pudieron seguir el modelo de otra persona. La gran mayoría de algún miembro masculino de su familia o de su entorno más cercano. Hipatia de Alejandría, Émilie du Châtelet, Ada Lovelace, Maria Winkelmann… Podríamos seguir diciendo nombres, que por suerte cada vez son más conocidos gracias a las numerosas publicaciones que se editan con asiduidad, sobre todo las ilustradas y las que se dirigen a un público más joven.
Cuando una chica se encuentra a las puertas de la universidad y tiene un cierto interés por la ciencia seguro que lo anima saber que el e-book lo inventó una mujer (Ángela Ruiz Robles) o que las redes inalámbricas actuales son una realidad gracias a una inteligente y atractiva actriz de Hollywood (Hedy Lamarr). Conocer la historia de las primeras astronautas (Valentina Tereshkova, Sally Ride); saber que ellas también descubrieron el origen del ADN (Rosalind Franklin); o que recibieron reconocimientos públicos tan prestigiosos como el premio Nobel (Marie Curie, Barbara McClinktock, Gerty Cori…) son datos históricos que hay que visualizar porque pueden ayudar a las futuras científicas a tomar esos referentes de la mano y avanzar por el apasionante camino de la ciencia.
Y no sólo es interesante saber que hay mujeres científicas que podrían llenar manuales enteros, sino que éstas no seguían más que un único patrón en común, el afán de conocimiento. Por lo demás, cada una siguió vidas muy diferentes. Desde madres de familia como la gran Marie Curie o Valentina Tereshkova (quien, por cierto, dio a luz a la primera niña nacida de dos personas que habían viajado al espacio), hasta mujeres como Marie-Sophie Germain, Rosalind Franklin o Asunción Catalán. Sin olvidarnos de casos tan curiosos como el de dos religiosas estadounidenses, Miriam Stimson, que profundizó en el estudio del ADN, o Mary Keller, experta en programación informática.
Podríamos seguir enumerando mujeres con historias de superación, apasionantes todas, que nos demuestran que ellas no eran ni son incapaces intelectualmente como pretendieron los grandes filósofos de la antigüedad.
Antes hemos dicho que tener modelos femeninos a seguir es también importante para los chicos. Por una razón muy sencilla: porque el día que entren en un aula de ciencias y vean una, dos o veinte chicas, no las vean como extrañas ni se rían de ellas. Ellos deben normalizar, también, que las mentes no tienen sexo.
Una vez las chicas puedan acceder con normalidad a las aulas de ciencias sin sentir que este no es su lugar, el siguiente paso será facilitarles a ellos también el acceso a la investigación y no verse injustamente relegadas por el solo hecho de ser mujeres. El día que todo esto sea una realidad normalizada no será necesario que lo reivindicamos ningún día concreto.