Conocimiento compartido

«El mundo es mi casa», un libro de Maïa Brami sobre niños de todo el mundo

Escribía Gianni Rodari en «Cuentos por teléfono» un breve relato titulado «Uno que eran siete» que se hizo muy popular cuando Xesco Boix lo cantaba y también Toni Giménez. Quizás lo conocéis. Dice así:

“He conocido un niño que era siete niños.
Vivía en Roma, se llamaba Paolo y su padre era tranviario.
Pero también vivía en París, se llamaba Jean y su padre trabajaba en una fábrica de automóviles.
Pero también vivía en Berlín y se llamaba Kurt, y su padre era profesor de violonchelo.
Pero también vivía en Moscú, se llamaba Yuri, como Gagarin, y su padre era albañil y estudiaba matemáticas.
Pero vivía también en Nueva York, se llamaba Jimmy y su padre tenía una gasolinera.
¿Cuántos he dicho hasta ahora? Cinco. Me faltan dos:
Uno se llamaba Chu, vivía en Shanghai y su padre era pescador; el último se llamaba Pablo, vivía en Buenos Aires y su padre era pintor de paredes.
Paolo, Jean, Kurt, Yuri, Jimmy, Chu y Pablo eran siete, pero eran sin embargo el mismo muchacho que tenía ocho años, que ya sabía leer y escribir e iba en bicicleta sin poner las manos en el manillar.
Paolo tenía el pelo negro, Jean, rubio y Kurt, castaño, pero eran el mismo muchachito. Yuri tenía la piel blanca, Chu la tenía amarilla, pero eran el mismo muchachito. Pablo iba al cine en castellano y Jimmy en inglés, pero eran el mismo muchacho, y reían en una misma lengua.
Ahora han crecido los siete, y ya no podrán hacerse la guerra, porque los siete son un solo hombre.”

Otro libro formidable que nos habla de los niños que viven en todo el planeta es «El mundo es mi casa». Nos presenta un montón de niños, uno de cada país, y nos cuenta sus singularidades: la familia, la escuela, a qué juegan, qué fiestas celebran, cuáles son sus comidas preferidas y, sobre todo, cuáles son sus sueños.

Así, sabremos que Akito vive en Japón y tiene una mascota que es un escarabajo que duerme en la mesita de noche, y que Fatjatiana vive en Madagascar, donde está la mariposa nocturna más grande del mundo, y que Joy Malina vive en el Ártico donde las temperaturas pueden llegar a 50 grados bajo cero, etc. El libro es una especie de documento que mezcla conocimientos y ficción y destaca especialmente por unas ilustraciones muy coloridas de Karine Daisay. El formato es grande y son los niños los que cuentan en primera persona su vida y el lugar donde viven.

Estos días lo he podido compartir con mi nieta y he comprobado cómo le ha interesado descubrir países y otros niños y niñas que, como ella, tienen sueños compartidos, al igual que en el cuento de Rodari. Una buena lectura, recomendada a partir de seis años. Antes, sin embargo, una curiosidad sobre la Maïa Brami: cuando leí su apellido me vino un flash muy grande porque hace unos veinte años me impresionó mucho el libro “¡Sálvate Elías!” escrito, precisamente, por su madre, Elisabeth Brame. ¡Qué cosas!

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