Herramientas para estimular y promover la lectura en adolescentes
Te invito a cerrar los ojos de manera metafórica y dejarte llevar por esta historia que ideamos con unos compañeros, para intentar explicar qué es la adolescencia. Para ello, me gustaría que dibujes en tu mente cómo fue tu infancia y te dejes llevar…
“Dicen que cuando llegamos al mundo somos una hoja en blanco, un pedazo de tierra, un lugar donde tenemos que construir nuestra vida. Y así, poco a poco, con la ayuda de la familia ponemos los cimientos, construimos pared a pared, columna a columna, hasta llegar al tejado. Crecemos casi sin darnos cuenta, intentando disfrutar cada momento y pasamos por la infancia como una estrella fugaz.
Todo ello es como si nuestro entorno nos ayudara a construir una casa en la que habitaremos durante los primeros años de nuestras vidas. Dentro de esta casa encontramos valores; muchos de ellos dados por aquellos que nos quieren. También habrá conocimiento y aprendizajes creados a partir de las primeras experiencias vividas.
Pero sin esperarlo, de repente, llega un punto en que las paredes se nos acercan demasiado, por las ventanas no pasa suficiente luz, las vigas ya no tienen fuerza suficiente para aguantar el tejado, y empezamos a sentirnos atrapados en una casa que se nos queda cada vez más pequeña, tan pequeña que nos hace salir con una fuerza inconsciente. Al marchar esta construcción vital desmorona, y así, sin paredes, sin techo y sin nada te ves en la intemperie”.
Así pues, y sin previo aviso, llega la adolescencia, involuntariamente y sin saber qué estamos haciendo. Queda suficientemente justificado que el adolescente rompa con todo y haga frente a la realidad que le rodea. El propio Sócrates ya hablaba de esta rebeldía: “Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida y les faltan al respeto a sus maestros”. Palabras que hoy son totalmente vigentes.
Con esta perspectiva, ¿cómo podemos abordar un tema tan necesario y a la vez complicado como es el hábito de la lectura con los adolescentes? Te propongo cinco reflexiones o pautas de trabajo para poder estimular y promover la lectura entre los jóvenes.
La motivación es un factor clave, las lecturas escolares son obligatorias y es aquí donde radica parte del fracaso en crear un lector. Será necesario buscar lecturas cercanas: aventuras juveniles, narrativa de deporte, libros autobiográficos de adolescentes… Reflexiona sobre cuál es el libro que recuerdas de tu adolescencia y sabrás que te motivó a leerlo.
Querer leer o tener interés por la lectura es un hábito que hay que educar, para hacerlo hay que elegir qué estilo de lector queremos que sea. Hay personas que leen antes de dormir, hay quien lo hace al transporte público, otros lo hacen de manera muy intensa pero sólo durante las vacaciones. Por lo tanto, hay que encontrar cuál es el ritmo y la rutina del adolescente en cuestión y poco a poco con constancia potenciar ese espacio de lectura.
El adolescente es crítico con lo que le rodea y, por tanto, analizará y buscará cada espacio donde manifestar y reivindicar su desacuerdo. En este caso, es fundamental predicar y educar en el ejemplo, buscar espacios donde poder leer a su lado. Así evitaremos el dogma de “haz lo que yo diga y no lo que yo haga”.
Los libros son un legado extraordinario y hay que transmitir al joven esta importancia, no por la nostalgia ante un presente digitalizado, sino por la riqueza que llevan a sus páginas. Cuentos, libros, cómics o novelas pueden ser también regalos con trascendencia para dar a nuestros familiares más jóvenes.
La adolescencia es un impasse entre la infancia y el mundo adulto. Posiblemente el joven se encuentre perdido y desorientado intentando definir quién es y qué hace en el mundo. Le podemos acompañar y guiar desde la lectura, podemos buscar literatura que la apodere y le ayude a encontrar aquellos nuevos fundamentos del mundo que está construyendo. Es importante darle responsabilidad y a la vez pequeños toques nostálgicos de niñez.
El psicólogo y educador Jaume Funes, con gran experiencia trabajando con adolescentes, explicaba un día que al adolescente le toca ser descerebrado. Continúa diciendo también que, por naturaleza, se sienten conducidos a explorar, vivir, experimentar… y al mismo tiempo les coartamos o cortamos las alas porque todavía no son adultos. Trabajar con adolescentes es difícil pero los adultos partimos con una ventaja; un día fuimos adolescentes y, por tanto, un día nos encontramos también fuera de aquella casa derrumbada de la historia.
Así que la próxima vez que estés con un adolescente recuerda que lo que intenta es buscar el apoyo de alguien, sentirse seguro, y con ganas de seguir adelante. Ahora sólo te queda buscar una lectura que le ayude a resolver la pregunta: ¿qué casa querrás construir?
Psicopedagogo y maestro
Coordinador académico de ocio de la Fundació Pere Tarrés