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El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niños

Los juguetes que imitan armas fomentan la competencia, el concepto de superioridad y en enfrentamiento entre personas buenas y malas. Así, la violencia asumida por los niños y las niñas será en el futur la base de las relaciones sociales: el más fuerte triunfa, tiene la razón y, además, es el bueno.

El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niñosSi le regalamos a un niño o a una niña un juguete bélico es probable que juegue con él y se involucre en auténticas batallas con sus amigos o amigas. De hecho, este tipo de juego suele divertirles mucho, pero también encierran un enorme riesgo, ya que cuando aún son pequeños tienen dificultades para diferenciar entre la fantasía y la realidad, de manera que les costará comprender que los juguetes bélicos son una imitación de lo que sucede en el mundo real.

De hecho, los niños y niñas no consideran que los ladrones, los villanos o los asesinos que participan en su imaginario hagan cosas realmente condenables. Todos entran en la categoría de héroes en sus juegos sin separar realmente los buenos de los malos, en tanto que héroes y villanos usan la violencia por igual. Además, el juego les da el poder de deshacerse de todo lo que les molesta o les distraiga de sus planes. Es disfrutar de un poder muy grande: hacer desaparecer a su contrincante. En este sentido es muy probable, fuera del contexto del juego, que se pueda dar el caso que disparen a alguien de su entorno cuando están enfadados o resuelvan las diferencias de forma igualmente violenta.

El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niñosEsto también se debe al hecho de que los niños y niñas cuando son pequeños no cuentan con suficientes estrategias de resolución de conflictos, de manera que cuando se entretienen con los juguetes bélicos aprenden a resolver sus problemas en el juego de la forma más fácil: recurriendo a la violencia. Obviamente, los juguetes bélicos por sí solos no incitan a la violencia, pero cuando los niños se percatan que al ser agresivos y usar las armas de juguete pueden salir airosos de determinadas situaciones conflictivas, es probable que quieran transpolar esa misma estrategia al mundo real.

Si a esto se le suma el hecho de que el niño puede haber crecido en un entorno que incita a la violencia, en el que no se le ha enseñado a solucionar los conflictos de forma asertiva, ni a desarrollar sus habilidades sociales, entonces los juguetes bélicos pueden convertirse en un reforzador de conductas agresivas, rebeldes y violentas.

No debemos olvidar que el juego, junto con las necesidades básicas de nutrición, salud, protección o educación, es esencial para desarrollar el potencial de los niños y las niñas. El juego es instintivo, voluntario, espontáneo, natural y exploratorio. Es comunicación y expresión, combinación del pensamiento y acción; brinda satisfacción y sentimiento de logro. Está relacionado con todos los aspectos de la vida y contribuye al desarrollo físico, mental y social de los niños. Es, en definitiva, un medio de aprender a vivir, no un mero pasajero. Por lo tanto, los juguetes deben estar al servicio de los niños y las niñas y no al revés.

El impacto emocional de los juguetes bélicos en los niñosDe esta manera, comprar un juguete u otro es inculcar un modo de vida. En este contexto, los juguetes que imitan armas fomentan la competencia, el concepto de superioridad y el enfrentamiento entre personas buenas y malas. Así, la violencia asumida por los niños y las niñas será en el futuro la base de las relaciones sociales: el más fuerte triunfa, tiene la razón y, además, es el bueno.

Es por ello que existen juguetes mucho más adecuados que los bélicos para orientar hacia una creatividad constructiva nuestra agresividad natural (que no debemos confundir con violencia). De hecho, los juguetes han de ayudar al desarrollo integral de las niñas y los niños, y por ello deben poder manejarlos, moverlos y cambiarlos de forma, si se tercia, para conseguir que en el juego los protagonistas sean ellos y no sus juguetes. En esta línea, además, han de potenciar la capacidad creativa e intelectual y desarrollar la cooperación y relación con otros niños y niñas. Y, por último, han de permitir que utilicen su imaginación y fantasía.

No obstante, hay que tener en cuenta que no comprar un determinado juguete que se nos pide puede producir más efectos negativos, sobre todo si el origen de esta demanda le está creando una necesidad. Por eso lo que está en nuestras manos es no estimular los juguetes bélicos y tratar de cortar el origen de la demanda ofreciendo alternativas y situaciones que los hagan innecesarios. Y, sobre todo, ¡jugar con ellos y ellas y compartir infinitos ratos de diversión compartida!

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