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LECTURAS OBLIGATORIAS: SÍ O NO?

Si alguna propuesta escolar ha sido criticada socialmente y odiada por los alumnos son las mal llamadas “lecturas obligatorias”. Tradicionalmente, y de manera bastante extendida, la lectura obligatoria se planteaba como un único título, normalmente de narrativa, que tenían que leer todos los alumnos de un aula y curso.

LECTURAS OBLIGATORIAS: SÍ O NO?Pero, ¿con qué objetivos? Originariamente, parece que para proporcionar referentes de la tradición literaria propia o universal, contemporáneos o clásicos, del corpus de literatura que podríamos llamar canónico. ¿Y qué se hacía, de estas lecturas? Normalmente se leían en casa de manera autónoma y se pedía un resumen, un trabajo estándar (punto de vista, personajes, tema, etc.) o bien se proponía un examen para controlar que se había leído.

Con los años y la llegada de alumnado más diverso en la secundaria, la ESO, esto fue variando en varios sentidos, pero no de forma generalizada. Se combinaba, o se combina, el título único con la propuesta de una lista de lecturas para elegir, se proponían trabajos menos estándares, se leía más en las aulas, pero sobre todo se varió el objetivo principal, -que ahora se situaba en la vertiente de la promoción lectora y la construcción y/o consolidación de los hábitos lectores- y por tanto se tendía a lo que se llamó la lectura por placer y libre.

Aún más recientemente, como esta vertiente ha ido tomando fuerza como una línea renovadora, parece que se tiende a eliminar el espacio de la lectura obligatoria y sustituirlo por lo que podríamos llamar programas de lectura libre o autónoma. Es el equivalente a los programas sustained silent reading de Estados Unidos o lo que se llama self-selected books en otros lugares-, de los que también soy una firme defensora e impulsora.


Hay que establecer en todos los centros docentes dos espacios o modalidades de lectura: el de las lecturas obligatorias, que podríamos llamar como lectura guiada, y el de la lectura autónoma o libre.


LECTURAS OBLIGATORIAS: SÍ O NO?¿Y dónde nos encontramos? Estamos en un momento de cruce en el que hay que pensar bien hacia dónde tirar. La realidad -y la investigación- muestra que la lectura trimestral sola no es suficientemente contundente para crear hábitos lectores sólidos y estables en todos los alumnos, especialmente en los que no tienen la oportunidad fuera de las aulas. También podríamos decir que se ha llegado al consenso, al menos en los ámbitos de la didáctica específica de la lectura, que la escuela debe hacerse cargo, al menos en la etapa obligatoria, de formar el lector literario en dos vertientes íntimamente relacionadas y que se retroalimentan mutuamente: el progreso en la competencia interpretativa que lleva asociado el (re)conocimiento de la tradición literaria, por un lado, y la incorporación de la lectura como hábito en la vida diaria de niños y jóvenes, de otra.

LECTURAS OBLIGATORIAS: SÍ O NO?Dicho esto, parece que la línea de renovación es clara. Hay que establecer, como base y como mínimo en todos los centros docentes, dos espacios o modalidades de lectura: el de las lecturas obligatorias, que podríamos llamar -y explotar- de otro modo, como lectura guiada, tal como aparece en el currículo, o lectura interpretativa, siguiendo el modelo francés -que diferencia según su funcionalidad entre lectura cursiva, o corriente, y lectura analítica- y el de la lectura autónoma o libre.

A partir de aquí podemos hablar de los puntos en común y de las especificidades que presentan, de cómo se complementan, de qué textos se seleccionan para cada espacio, de qué agentes se encargan (biblioteca, centro, área de lengua…), de cómo concretarlos y de cómo ampliarlos, tal como plantea Teresa Colomer a “Andar entre libros”. Cada uno de estos espacios o modalidades necesita acompañamientos docentes diferentes, puede incluir muchas y variadas estrategias para llevarlos a cabo y necesita una selección de textos específica para que la intencionalidad y la función de cada uno es diferente.

En el caso de la lectura autónoma se necesita un acompañamiento más sutil, más de acuerdo con los rituales de un lector corriente, estrategias más invisibles o menos académicas, como quiera decirlo. Es un terreno fronterizo entre la lectura personal y la lectura escolar y que posibilita, principalmente, la identificación y la implicación del lector con la literatura; unos aspectos que parece que son imprescindibles para la interpretación de los textos. En cuanto a las lecturas trimestrales, ofrecen la oportunidad, entre otros, de compartir un mismo título en comunidad, o bien llevar a cabo una secuencia extensa de lectura, de planificar itinerarios o de analizar a fondo un texto.

Por lo tanto, démosles todo: el espacio de la lectura autónoma o libre y el espacio de la lectura guiada o interpretativa. Porque para ser competente como lector literario hay que leer mucho y variado pero también hay que saber detenerse en los textos y esto no se hace de manera natural fuera de las aulas.


Mireia Manresa Potrony @mireia_m
Profesora de lengua y literatura
Miembro del grupo de investigación Gretel de literatura infantil y juvenil

Rosa Sensat


Comunidad activa de maestros/as
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