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¿Qué podemos hacer si a nuestro hijo o hija no le gusta leer?

Me cuesta leer: ¿leemos juntos? Yo cogeré el libro más tarde…

¿Qué podemos hacer si a nuestro hijo o hija no le gusta leer?Los artículos sobre lectura, su importancia y sobre cómo conseguir que lea(n) (desde el yo hasta el ellos) siempre son imprescindibles. La sociedad nos pide constantemente calma y leer es una buena manera de frenar, de desconectar, de evadirse, de visitar lugares donde no hemos estado nunca, de estar con gente que no conocemos, de sentir en primera persona cosas que no hemos vivido ni viviremos e incluso de conectar más con nosotros mismos, escuchándonos, sintiéndonos, emocionándonos.

Pero, ¿qué es leer? Según Montserrat Fons “leer es un proceso activo, quien lee debe construir el significado del texto interactuando (…) que implica los conocimientos previos del lector”. Por tanto, el hecho de leer tiene mucho que ver con la experiencia lectora que cada uno haya tenido: qué hemos leído, cómo, cuándo, con quién… No es fácil, pues, acertar cuando regalamos un libro a alguien: habrá que conocer a la persona, saber qué le gusta, qué ha leído, qué le puede emocionar… tendremos que pensar y repensar si aquel título es el adecuado.

Y si no le gusta leer, ¿qué podemos hacer? Una única cosa: un buen acompañamiento. Ya se ha dicho muchas veces que no hay fórmulas mágicas ni efectivas al 100% para conseguir hacer buenos lectores, pero hay otros que sí nos ayudarán. Son las fórmulas afectivas.

¿Qué podemos hacer si a nuestro hijo o hija no le gusta leer?Joan Portell dice que “hay que establecer un vínculo entre nosotros y el texto. Leemos con ellos (…) la lectura compartida puede convertirse en una de las colas más fuertes que nunca hayan inventado. El afecto que se establece entre mediador-libro-lector es de una gran potencia. Sólo cabe preguntarse cuál fue nuestro primer momento lector que recordamos, y es probable que lo relacionamos con una persona más que con un libro.”

Leer un texto juntos, de manera conjunta y en voz alta, posibilita leer un texto que posiblemente costaría leer de manera autónoma. La lectura en voz alta es también lectura, ya que quien escucha activa muchas estrategias de comprensión, hace inferencias, genera hipótesis, mejora la atención, la comprensión oral, etc. Sería erróneo decir que esto no es leer. Me atrevería a decir que la única cosa que no hace que escucha es decodificar. Y posiblemente ni eso, porque seguro que tendrá el libro delante, leerá las ilustraciones (¡sí, las ilustraciones también se leen!), recapitulará en la historia pasando páginas adelante y atrás…

Este acompañamiento por el magnífico mundo de la lectura debe ser desde el afecto y con el propósito de terminar cogiendo un libro por sí solo. Primero un libro, luego otro y de esta manera, poco a poco, irá leyendo de manera autónoma. Y, por favor, una vez adquirido el hábito no dejamos nunca de leer en voz alta, de compartir lecturas, de viajar juntos. ¿O no nos gusta que nos lean?

¿Qué podemos hacer si a nuestro hijo o hija no le gusta leer?Y aunque una flor no hace verano, quiero enviar un mensaje de tranquilidad: todo llega. A mí de pequeño no me gustaba leer. El abuelo Quico me regalaba libros y más libros sin éxito (no eran adecuados a mi bagaje lector). Recuerdo que mi maestra, Mariona, me recomendó, con 11 años, “El talp Eudald i els caps de Carbassa” de Maite Carranza. Aquel fue el primer libro que leí solo de inicio a final, un libro de 61 páginas para primeros lectores. Poco después cogí “La historia interminable” de la biblioteca de la escuela para leerlo durante el verano. Evidentemente, teniendo en cuenta mi experiencia lectora, aquel libro tenía muchos números de quedarse en el estante si la había de leer solo, pero tuve la suerte de poder compartirlo con Hugo, un familiar apasionado por la lectura . Me leía en voz alta muchas y largos ratos, yo alguna que otra rato más corta. Todavía hoy tengo muy buen recuerdo de aquel verano inolvidable.

El proceso de adquisición del hábito lector es largo y lento. La puerta de entrada a la lectura es diferente y única para cada uno. Nosotros (familiares, amigos, docentes, libreros, dinamizadores, bibliotecarios, en definitiva, personas mediadoras de lectura) sólo podemos acompañar.

A veces la puerta estará abierta y sólo será necesario invitarle a atravesar el umbral, otras habrá que hacerlo juntos, cogidos de la mano. A veces la puerta estará cerrada y habrá que girar el pomo y empujar fuerte, o tal vez habrá que encontrar la llave que encaje para poder abrirla. Si hay una puerta, hay un lugar nuevo en el otro lado para explorar, para visitar y, sobre todo, para poder quedarse.

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Dani Espresate
Maestro de primaria y coordinador de transversa la poesía, de la Asociación de Maestros Rosa Sensat

Rosa Sensat

Fuentes:

  • Fons, M. (1999) Llegir i escriure per viure. Barcelona: La Galera.
  • Portell J. (2017) Llegim? Com fer lectors entusiastes. Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat.

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